Bryan Vindas
Costarricense. Artista, investigador académico en artes y joven líder.

Agradezco la invitación al proyecto La región que viene: miradas sobre Centroamérica, en un momento tan particular de mi vida… y del mundo. Creo que esta es de esas oportunidades que surgen cada doscientos años, así que he decidido aferrarme a ella y tener la libertad de escribir este artículo como un primer intento de un manifiesto, escrito en primera persona y bajo una estructura de cuatro cartas, las cuales serán divididas de la siguiente forma: mi yo pequeño, mi yo adolescente, mi yo dramaturgo y mi yo anciano.

Cuando era joven, intenté escribir como alguien más, quería hacer lo correcto, pero no era honesto; hasta que un día, me atreví a escribir sobre todo eso que me atravesaba. Pensé en la imagen de Edgar Allan Poe, su gato negro, el cuervo y todo lo relacionado con la mala suerte, los miedos y las inseguridades; eso fue el detonante para llevarle la contraria al mundo, y pensar que donde otros tienen miedo yo veo oportunidades. Considero el teatro que escribo como pequeños fragmentos de mi vida, son puntos cardinales que han sido rellenados con ficción, porque ¿De dónde voy a partir para escribir sino es de mí mismo?, este ha sido el camino que he elegido para encontrarme, perdonarme y aceptarme.

29 de marzo de 1989. Carta a un pequeño Brayitan: querido Brayitan, siempre he querido escribirte, pero nunca había encontrado valor, y bueno, como ambos lo sabemos, tal vez escribir cartas sea la mejor forma para comunicarnos o tal vez la única que vimos que servía para que nuestros papás se comunicaran y por eso nosotros somos tan buenos escribiendo, porque probablemente queríamos escribir cartas pidiéndoles que nunca se separaran… pero probablemente ninguna de nuestras cartas hubiera logrado evitar esa separación, así que ya no te culpes más.

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Tal vez ya es tarde para mí, pero vos que tenés toda la vida por delante, te recomendaría no dejar de escribir, no importa si el mundo se cae, si hay personas que se van a decepcionar, que se van a enojar, que nos van a reclamar u odiar; pero para nosotros escribir será fundamental para sobrevivir en un mundo tan violento.

La primera imagen que me llega a la mente es el amor de nuestra mamá y la alegría de nuestro papá al vernos llegar a este mundo. Creo firmemente, que somos responsables (todos) de preguntarnos qué es el amor, no reducirlo a un elemento meramente de pareja, o volverlo romántico como si fuera un gran movimiento pacifista, sino repensarlo como ese eje anarquista que se opone al statu quo de un mundo tan violento y desigual, sé que sos pequeño para hacerlo, pero, si tenés tiempo pregúntate qué es el amor para vos.

A pesar de haber recibido tanto amor al nacer, nuestra familia se completaría con la llegada de nuestro hermano. Con él, nuestro mundo quedaría completo. Querido Brayitan, vos tendrás el mejor hermano que las deidades pudieron darte, sé que habrá discusiones y desencuentros, pero al final del día, él estará ahí para vos y vos para él. Te contaré una pequeña historia; un día, en medio de la noche, sentirás mucho miedo, alzarás tu cabeza y verás un demonio mirándote a través de la ventana de tu cuarto, será espeluznante, agarrarás tus cosas y correrás hasta el nido de nuestra mamá, ella preguntará por qué estás ahí, vos responderás con la verdad, ella creerá en ti y te dirá: ¿Quién va a cuidar a su hermano? ¿Y si le pasa algo a él? Desde ese día Bryan… vos no te moverás de su lado, confrontarás a los demonios, patearás las puertas hasta que abran y buscarás que él no se desvíe del camino, para finalmente entender el significado de la hermandad.

He escrito mucho sobre nuestro padre en nuestras obras de teatro, lo único que diré en este manifiesto es que fue, es y será un hombre muy trabajador, de él aprenderemos la importancia de poner un plato de comida sobre la mesa, construir un techo para proteger a nuestra familia y a administrar el dinero, porque en un país con tanta desigualdad económica, saber administrar lo poco que tenemos es lo único que te dará la posibilidad de comprar un bollo de pan y un “fresco” para sobrevivir el día.

Sin embargo, también aprenderemos que el dinero… no justifica la ausencia o el dolor. Nuestro padre, como muchos centroamericanos migró dos veces hacia los Estados Unidos buscando un futuro mejor, pero la sensación es que realmente nunca regresó, que aun estando en la misma casa, él estaba ausente. Con los años, entenderás que el tiempo no se recupera, que la ausencia se transforma en un vacío que no puede ser llenado, y que, aun teniendo una vida llena de éxitos, la ausencia de un padre es insustituible, porque hay responsabilidades que son innegociables.

Para hablar de nuestra madre, necesitaría una antología y solamente podría referirme a ella como un faro de amor. Ella creció en una zona rural de Costa Rica, con una infancia trágica pero llena de amor. Cuando nuestra madre habla de su niñez, lo hace con una sonrisa que tapa sus cicatrices, cuenta los momentos difíciles desde un recuerdo cálido; su corazón está lleno de sacrificios y mantiene esa luz de niña.

Querido Brayitan, ella será tu guía, estará ahí cuando llorés, cuando tengás ataques de asma, pasará con vos y con tu hermano navidades, Año Nuevo, Días de la Madre y cumpleaños en el hospital, ella no se irá. Llorará muchas noches por tantas cosas que no valen la pena explicar, pero al día siguiente será luz. Tu mamá cruzará kilómetros con tu hermano alzado solo para llevarte al kínder, te comprará juguetes y jugará con vos, te enseñará a trabajar, a amarrar cordones durante toda la noche, te enseñará a sujetar el lápiz de mala manera, te dará de comer, te cuidará cuando estés solo y te educará con firmeza y ética. Pequeño Bryan… aprendé todo lo que podás de tu mamá, porque aún hoy, mientras escribo esto, sigo aprendiendo de ella.

En el futuro vivirás en varias partes de Costa Rica, cruzarás largos caminos solamente para visitar a primos y tíos, vas a ser picado por muchos mosquitos, pero también vas a aprender de las raíces indígenas de tu familia, escuchá sus consejos, abrazálos a todos y agradece tanto amor, porque a pesar de todo, a vos te toca ser amable con el mundo, sé solidario, generoso, amable, valiente, educado, responsable, defendé a los que no pueden defenderse, si cometés errores, aprendé, levántate y seguí, pero por más que el mundo sea oscuro, no perdás esa luz.

29 de marzo del 2005. Carta a un Bryan adolescente: querido Bryan, lo primero que diré es que entiendo tu enojo, tu soledad, tu tristeza y tu dolor, pero con el tiempo aprenderás que para crecer necesitamos tanto de la lluvia como del sol, de esos momentos felices y de los momentos más tristes, eso te lo enseñará el pueblo indígena de los Ngöbes, y es una lección que nunca olvidarás.

La adolescencia es uno de esos procesos donde empezás a ser consciente de que el mundo no es bonito, que hay mucho dolor y que es muy difícil cambiar las cosas, pero es justo en esa época donde el anarquismo más puro surge; la necesidad de ir contra el statu quo, desarrollar una voz propia, oponerse a las injusticias y creer que sí es posible cambiar el mundo, aférrate a eso, aunque todos se burlen de vos.

Te adelanto que siempre serás muy enfermo, de entre todas las enfermedades, el asma será la más problemática, debido a que cargarás siempre un inhalador en los bolsillos; además serás tan delgado que recibirás apodos como patas de aguja o patas de araña, se burlarán de vos, un día te golpearán, entre dos solamente, por usar el cabello con mucho gel; otro día, de regreso a tu casa te van a escupir en la cabeza y se reirán mientras lo hacen. Aun así, jugarás futbol y tu mamá te apoyará, sacará a crédito unos tacos que tendrás que usar con tres pares de medias porque te quedarán gigantes, además ella irá a verte jugar a todos los partidos, te pondrá un jugo, galletas y te dará una bendición para que nadie te fracture. Un día, en una de las finales, vas a anotar el gol del gane y nuestra madre estará sentada en la gradería, sumamente orgullosa y feliz de verte sonreír. Un día, cuando tengás treinta años, verás tus trofeos, medallas y fotos, y luego pensarás que no rendirse valió la pena y hoy en día, son recuerdos.

Te recomiendo desde ya encontrar tu tribu, esos compañeros que estarán a tu lado, sé abierto, amable, y no excluyas a nadie, y verás que aprenderás de ellos. Tendremos una tribu muy diversa de amigos, con miembros LGTBI, compañeros sumamente inteligentes, algunos con problemas de violencia, abusos, drogas, y problemas educativos. A vos te tocará mediar, encontrar soluciones, apoyarlos con mucho cariño y estar cerca de ellos, porque tu tribu será la que te sostenga cuando el mundo parezca destruirse.

La adolescencia no será sencilla, habrá muchas salidas como las drogas y la violencia, tendrás la obligación de tomar decisiones, pero yo te aconsejo que no tomés las más fáciles, que vayás en contra de todo y elijás eso que no te cause dolor y que no te lastime. Sé que se lee fácil, pero te diré que yo ya estuve ahí, que vi el abismo y salí, por eso sé que vos también lo harás, porque finalmente somos nosotros los responsables de nuestras acciones y nadie más.

21 de noviembre del 2020. Carta a un Bryan artista: esta es la carta más difícil de escribir porque escribo desde el presente. He pensado tantas veces en dejar el teatro, en abandonar todo y tratar de ser un mortal, pero no he podido hacerlo, siempre hay algo que lo evita y muy en el fondo agradezco a las deidades del arte que no me hayan abandonado.

Recuerdo que un día fuimos con nuestra familia al cine, como siempre nuestro papá buscaba cualquier excusa para enojarse, encerrarse en su cuarto y dejarnos de hablar por meses. Nuestra mamá nos dijo a nuestro hermano y a mí que entráramos al cine, que ella y nuestro papá irían a comer un pedazo de pizza. Nuestro hermano y yo entramos sabiendo que discutirían, pero al estar sentados frente a la pantalla todo cambió. La película nos mantuvo ahí y olvidamos el afuera, por dos horas estuvimos lejos del dolor. Al salir, nuestra mamá estaba sola, nos esperaba con una sonrisa cálida que ocultaba el dolor, desde ese día supe a qué quería dedicarme y que haría todo para cambiar el mundo.

Al principio fue muy difícil elegir estudiar teatro, en Costa Rica únicamente hay dos universidades que imparten teatro; por lo tanto, hay dos pruebas para entrar. Recuerdo inscribirme en las carreras de Biología, Psicología y en Teatro. Mientras hacia la Universidad Nacional me sentí absolutamente perdido, tanto que la reprobé, ese mismo año hice la prueba en la Universidad de Costa Rica y fui aceptado, recuerdo que fue uno de los momentos más felices de mi vida, porque yo nunca había hecho teatro, pero tenía una llama que se había encendido y no iba a permitir que se apagara. En el colegio público donde estudié uno era futbolista o drogadicto; o ambos, por eso haber entrado a la carrera fue uno de mis grandes logros personales.

Cuando le dije a mi papá que quería estudiar Artes, él solo me miró, me dijo que estudiara inglés y que no valía la pena entrar a la universidad. En cambio, mi madre sonrió y me apoyó llevando mis documentos a la universidad, fue ella quien hizo todo para que yo pudiera matricularme. Entrar a estudiar Artes fue el último empujón para poder graduarme de la secundaria. Una vez graduado, la única forma de estudiar era trabajando, así que busqué trabajo nocturno descargando grandes contenedores en una bodega; luego, me correspondía etiquetar todo y volver a empacar. Trabajar no era nuevo para mí, lo había hecho en vacaciones mientras estudiaba, pero el estudiar y trabajar era muy pesado. Recuerdo que dormía pocas horas, pero aprendí muchísimo, tenía compañeros de trabajo que debían mantener familias con un sueldo muy bajo, que se esforzaban por hacer todo bien por miedo a perder el sustento y a veces soñaban con haber tomado distintas decisiones, lo que me daba la oportunidad de recibir muchos consejos.

En mis años de formación, no supe lo que era dedicarme a estudiar solamente, siempre debía buscar cómo llegar a fin de mes, tal vez eso forjó mi carácter, me hizo mucho más sensible y me dio la oportunidad de valorar cada oportunidad que se presentaba. A mediados del segundo año de carrera, mientras sentía que no pertenecía o que me había equivocado de carrera, recibí la llamada de un gran director que me dio mi primer personaje, realmente yo estaba pensando abandonar todo y estudiar otra cosa, pero eso lo cambió todo, porque a partir de ese momento, llegaron grandes oportunidades.

Con el tiempo, la vida no se hizo más sencilla; por el contrario, ha sido todo mucho más complejo. He sufrido fracturas en mi rostro y he tenido que ensayar con una máscara y pines mientras sanaba, han pasado semanas donde solamente comía una vez al día, he tenido que ir a clases únicamente con los pases de ida y arreglármelas para regresar. He vivido distintos momentos de violencia, he sufrido ataques de asma durante funciones, con el tiempo perdí casi en totalidad la visión de mi ojo izquierdo, he tenido grandes lesiones en uno de mis hombros, en mi rodilla y por culpa de lesiones que no terminaron de sanar, tengo deformado un dedo en mi mano derecha.

Sin embargo, el arte me ha permitido representar a Costa Rica en México, he podido hacer danza en Panamá y durante el viaje conocer a grandes amigos jesuitas de El Salvador y Honduras. He podido ver salir el sol en los Andes, almorzar en Buenos Aires, Argentina; ver el atardecer en Copacabana y llorar cubierto por el velo de la noche en Machu Pichu. He ganado premios muy importantes en mi país, mi trabajo ha sido presentado en Nueva York, he publicado en España. Mis investigaciones han sido leídas en universidades de Ecuador y he sido adoptado por el teatro mexicano mientras escribía una obra en Guatemala vinculada a la temática de los feminicidios.

Mi teatro es político, escribo para cambiar el mundo y si no lo consigo, por lo menos cambiar al espectador que se acerque a mis obras. El arte es el camino que elegí en esta vida, no sé qué pasará en otra vida, pero en esta, a pesar de querer abandonar todo, seguiré escribiendo, dirigiendo y actuando, así me corten los brazos, me arranquen la lengua o me saquen los ojos, así me encarcelen en una mazmorra frente al mar, escribiré con la sangre que me quede y las paredes serán el lienzo, eso lo prometo.

21 de noviembre del 2070. Carta a un Bryan anciano: querido Bryan, espero que el futuro sea más generoso y menos doloroso. Sueño con una Centroamérica donde no haya niños en las calles, siendo abusados o pasando hambre, sino encontrarlos en los teatros, los museos, las escuelas y en hogares amorosos. Me gustaría pensar que hicimos acciones reales para que la desigualdad descendiera, para que en las casas haya tres comidas al día, que el narcotráfico se extinguió y las fronteras son solo excusas burocráticas, pero no para dividirnos.

Quiero pensar que no te rendiste en tu lucha por cambiar el mundo, que seguís trabajando por hacerlo, que seguís fuerte, que buscás cómo evitar el dolor, las injusticias y ayudas a otros. Que cuando te equivocaste, supiste reponerte, trabajar para ayudarte y ayudar a otros, que lograste contribuir en cosas tan pequeñas como gigantes, que se puede diferenciar entre la mentira y la difamación, que el mundo no solo es un lugar mejor para vos sino para los demás, que al final del día dormís tranquilo y que seguís escribiendo, principalmente eso… que seguís escribiendo.

Entiendo que tenés más cicatrices, que probablemente ya no tenés cabello, que has seguido caminando, aunque tus pies sangraban mientras lo hacías, que has sido un gran padre, un maravilloso abuelo y un ciudadano ejemplar, que hiciste más por tu comunidad que por vos mismo, que realmente hiciste el cambio en el día a día y no esperaste a que alguien más lo hiciera o te decepcionaste porque aparentemente nada ocurría. Me gustaría creer que notaste la diferencia entre lo que causa dolor y lo que no, que tu mamá se sentiría orgullosa de tus acciones y que siempre fuiste fiel a vos mismo.

Querido Bryan, deseo de todo corazón que hayas entendido que siempre hay dinero, premios, reconocimientos y gloria, pero nada de eso compensa sacrificar el amor, por eso, al leer esta carta espero que estés sujetando la mano de esa chica que conociste en la universidad mientas ambos recibían clases de baile, que podás alzar la mirada hasta encontrarte con sus ojos, con tus manos arrugadas podás sentir sus colochos, y después de eso, podás besar sus labios y sonreír.

¿Qué has hecho vos por el teatro? ¿Qué has hecho por tu país, por Centroamérica, por el continente, por el mundo?

Finalmente, en los momentos de oscuridad alguien ha dejado una luz encendida para que encontrés el camino, te deseo que vos hayas sido la luz que muchos necesitaban para regresar a sus casas, y que al final del día descansés con una gran sonrisa y rodeado de amor y abrazando ese gato negro que estuvo junto a vos en los momentos más difíciles.

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