Bárbara Andrea López
Nicaragüense. Ingeniera, emprendedora y líder juvenil. Apasionada por la innovación y el desarrollo sostenible.

¿Qué se te viene a la mente cuando piensas en innovación? Algunas personas asociamos la innovación con tecnologías como los robots; otras con avances científicos, por ejemplo, en el área de la nanotecnología; otras lo asocian con el internet y los celulares que usamos a diario. La innovación se presta a diferentes interpretaciones dependiendo de las disciplinas y culturas.

Cualquiera que sea tu interpretación de innovación, es claro es que la capacidad de generar soluciones diferentes y creativas es considerada una de las 10 habilidades imprescindibles para los profesionales del siglo XXI debido a su importancia para crear economías competitivas a nivel mundial.

Aun así, América Latina es una región que avanza lentamente en innovación, según datos del Índice de Innovación Global elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (Cornell University, INSEAD, World Intellectual Property Organization, 2019). Nuestra región centroamericana representó menos del 5% de la investigación latinoamericana entre 2007 y 2016.

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Hace cuatro años, luego de participar en el laboratorio mundial de innovación, en Singapur, junto a jóvenes innovadores de más de 180 países del mundo, descubrí que, invertir en innovación ya no es una opción para nosotros los centroamericanos sino una urgente necesidad. En el laboratorio estudié la relación entre la cultura de innovación y el desarrollo socioeconómico de las naciones. Países con economías consolidadas como Alemania, Estados Unidos y Japón comparten una fuerte cultura de innovación creada parcialmente por el esfuerzo colaborativo de sus gobiernos, empresas privadas, instituciones académicas y financieras. Esta cultura se refleja en sus avances científicos, diseño de nuevos productos y marcas, etc.

La realidad de esos países es muy diferente a la de los pueblos centroamericanos, no porque nos falte creatividad e imaginación; al contrario, creo que es nuestro principal activo; sino porque existen muchos desafíos económicos, sociales y políticos que nos impide traducir esos talentos en competitividad, especialmente en los mercados globales (Banco Interamericano de Desarrollo BID, 2020).

La mano de obra barata, la agricultura y la exportación de materias primas son tres de los principales sectores económicos de Centroamérica. Sin embargo, en la cuarta revolución industrial que vivimos, los mercados globales se están alejando rápidamente de esos rubros e inclinando más por el conocimiento y avances tecnológicos. Esto quiere decir que, si a mediano plazo no podremos incorporarnos en los mercados del conocimiento e innovación, haciendo que quedemos aún más rezagados como región. Por ende, considero relevante que los centroamericanos discutamos las maneras en las cuales podemos promover la innovación como motor de desarrollo sostenible, de tal manera que crezcamos económicamente través de la creación de valor y riqueza para generar empleos dignos que promuevan la igualdad e impacten de manera positiva el medioambiente.

Los países de Centroamérica viven contextos similares respecto a los desafíos para innovar, pero también comparten otra similitud: el enorme nivel de desigualdad social. De hecho, somos de las regiones más desiguales del mundo.

A pesar de que en las últimas décadas hemos incrementado el Producto Interno Bruto (PIB) de nuestros países, aún vivimos niveles de desigualdad exorbitantes donde los pequeños grupos élites se vuelven más privilegiados y los pobres se vuelven más pobres. Esta dinámica económica afecta particularmente a los grupos poblacionales indígenas, afrodescendientes, campesinos y a la clase baja urbana quienes continúan siendo excluidos de los beneficios de la innovación, como el acceso a internet, a nuevas curas de enfermedades, a servicios financieros, etc.

Considero que la desigualdad junto a la pobreza y la corrupción son los problemas “de siempre” en nuestra región, aún después de décadas de esfuerzos por solucionarlos. Hay suficiente evidencia que prueba que las soluciones convencionales a estos problemas tan complejos, multifactoriales, interconectados y dinámicos, no funcionan. Estos tipos de problemas requieren respuestas diferentes, creativas y, en algunos casos, radicales. Como dijo Albert Einstein: “No podemos resolver nuestros problemas con el mismo pensamiento que usamos cuando los creamos”.

Desde mi perspectiva, una de las mejores respuestas a estos problemas “de siempre” es la innovación social y sostenible como medio para crear un cambio sistémico. El cambio sistémico se refiere a enfrentar los problemas desde la raíz, atacando las estructuras sociales donde dichos problemas se perpetúan, e incorporar modelos de desarrollo holísticos que beneficien la economía, sociedad y el medio ambiente.

La innovación social permite que la innovación sea accesibles a todos los grupos sociales, en lugar de privilegiar a ciertos grupos por su alto nivel académico, poder adquisitivo o género, lo cual ha sido la norma históricamente.

Por ejemplo, a través de la innovación social se puede desarrollar soluciones que faciliten a las comunidades rurales acceder a agua potable, mejorar la producción agrícola para los campesinos, crear oportunidades de trabajo sin discriminación basada en género, etc.

Es esencial que las personas con menos privilegios accedan a la innovación ya que esto contribuiría a reducir las desigualdades y los ciclos de pobreza. Acceder a tecnologías, conocimientos y proyectos innovadores les permitiría tener mayor poder social, económico y legal, que eventualmente se traducirá en mayor acceso a los bienes y servicios como educación de calidad, tecnología, créditos, entre otros.

La innovación social no solo reduce las desigualdades sociales sino también el impacto ambiental. Por ejemplo, cuando invertimos en energías renovables como la solar, tecnologías que optimizan el uso del agua en las industrias o mejoran la gestión de desechos.

Para Centroamérica, invertir en innovaciones enfocadas en reducir la degradación ambiental es más importante que nunca. La región ya está experimentando impactos adversos del cambio climático. A finales del 2020, dos huracanes (ETA e IOTA) azotaron la costa caribe norte de Nicaragua en un lapso de dos semanas. IOTA categoría 5 fue el segundo huracán más fuerte registrado en la historia del país. Los huracanes dejaron a miles de familias sin agua potable, sin casas ni parcelas, esenciales para subsistir. Aunque el porcentaje de emisiones de Gases de Efecto Invernadero que emitimos a nivel regional es menos del 10% (Cepal, 2014), somos una región super vulnerable.

El cambio climático y la desigualdad social afectan a todos los niveles de la sociedad. No obstante, es ampliamente aceptado que las mujeres son las más impactadas debido a los sistemas de género. Por ello, es particularmente importante crear oportunidades para que las mujeres innoven.

En Centroamérica las mujeres, quienes representan más del 54% del empleo en las micro, pequeña y mediana empresa (MIPYME), son un vehículo efectivo para llevar la riqueza y las oportunidades a sus comunidades, de acuerdo con el Centro Regional de Promoción de la Micro y Pequeña Empresa (Coreado, 2016).

No obstante, las mujeres, especialmente rurales, han sido sistemáticamente excluidas en nuestra sociedad, especialmente en la toma de decisión y en procesos creativos, que son esenciales para innovar. Eso se manifiesta en un número menor de mujeres que innovan. Las que logran romper las barreras para innovar tienen menos apoyo y menos visualización en los medios de comunicación que sus contrapartes masculinas.

Quise reflexionar un poco más sobre este tema por medio de un pequeño experimento social. A través de mi cuenta en Instagram le pregunté a mis seguidores ¿A quién consideras innovador? La mayoría de las respuestas fueron Steve Jobs, el creador de Apple; Mark Zuckerberg, creador de Facebook y Elon Musk, ex CEO de Tesla.

No hay dudas que esas personas son innovadoras, pero me pareció interesante que nadie mencionó a una mujer, un Centroamericano, una persona indígena o afrodescendiente. Esta tendencia no solo sucede en el ámbito social sino en el académico. Recuerdo que mientras estudiaba mi maestría en Innovación y emprendimiento en el Reino Unido, me cuestionaba el por qué no me enseñaban sobre invenciones lideradas por mujeres, sino que se enfocaban principalmente en innovaciones cerrado por hombres (como Mark, Steve y Elon). Para mí era raro, considerando que la mayoría de las estudiantes éramos mujeres, así como el 50% de la población del mundo.

Cuando busco el significado de la palabra innovador en Wikipedia ni una mujer fue presentada como ejemplo de innovación. Los ejemplos de “Grandes y reconocidos innovadores” fueron exclusivamente hombres, específicamente hombres blancos anglosajones que vienen de contextos de privilegio como Steve, Mark y Elon.

Las mujeres son un motor clave de innovación en nuestra región. Por ende, quiero utilizar esta plataforma para visualizar el esfuerzo de MIPYMES creadas por mujeres nicaragüenses que están utilizando herramientas innovadoras para atacar problemas sociales como la falta de educación para la niñez. Por motivos de espacio, presentaré a una iniciativa: “Barrilete”.

“Barrilete” es una aplicación digital que provee educación gratuita de calidad a niños, través de metodologías lúdicas como cuentos y canciones. A parte de educar en temas de salud e igualdad; sus metodologías promueven la creatividad e imaginación en los niños, incrementando su vocabulario y compresión narrativa.

Uno de los aspectos innovadores de Barrilete es la utilización de diferentes plataformas para llevar la información a cientos de niños. Barrilete tiene presencia en podcast en la aplicación Spotify, en una biblioteca virtual y en las radios locales (para los niños de zonas rurales que no tienen acceso a internet). Barrilete apoya la cultura local al promover cuentos y canciones creadas, en su mayoría, por escritores nicaragüenses. Esto permite educar con un lenguaje claro y sencillo, apropiado a nuestra cultura. Actualmente Barrilete tiene alianzas estratégicas con organizaciones internacionales como "Sésamo" para educar sobre temas de prevención de COVID-19 y cómo protegerse de los huracanes.

El trabajo de Barrilete es importante para promover la innovación y creatividad en las nuevas generaciones. Según un estudio realizado por el BID, en el 2016, solo el 9% de los nicaragüenses encuestados creen que es importante fomentar la creatividad en los niños (Banco Interamericano de Desarrollo, 2016). Es una cifra baja comparada con países europeos, y solo 0.4% menos que la media del resto de países latinoamericanos.

Quiero invitarte a investigar un poco sobre las empresas o iniciativas locales que están utilizando mecanismos creativos o innovadores para generar un impacto positivo en tu comunidad. Existen muchísimos centroamericanos desafiando lo convencional y arriesgándose a crear cosas diferentes para obtener resultados diferentes; y vale la pena hacer un esfuerzo colectivo en reconocerles y visualizarles.

El último punto que quiero abordar es sobre las maneras de estimular la innovación en Centroamérica. Existen varios mecanismos, ninguno nuevo, al contrario, todos han sido probadas con éxito por varias economías con contextos similares a los de Centroamérica.

Desde mi punto de vista, las tres principales estrategias en las que deberíamos enfocarnos son: Primero, la creación de políticas públicas eficaces y eficientes que construyan un ambiente favorable para la innovación. Segundo, invertir en crear una cultura de innovación especialmente en la juventud. Tercero, crear mecanismos relevantes para medir la innovación en nuestra región.

La primera estrategia se refiere a crear un marco regulatorio estable y seguro que permite a todos los grupos de la sociedad centroamericana (sociedad civil, sector público, privado y academia) creen alianzas, redes de innovación y creatividad. Esto se puede lograr a través de centros de investigación para la innovación, laboratorios culturales, incubadoras y aceleradoras de emprendimientos y centros de transferencia de tecnología.

Trabajar coordinadamente nos facilitaría el acceso a mercados internos y externos para promover la inversión extranjera.

Las políticas públicas deben ir de la mano con un cambio en nuestra cultura, la cual es la segunda estrategia. Como centroamericanos tenemos que potenciar el “mindset” innovador, emprendedor y creativo en los jóvenes quienes representan el 35% o mas de la población. El bono demográfico es una excelente oportunidad para empoderarnos con una cultura creadora. Esto es posible cuando nuestros gobiernos, empresa privada y cooperación internacional crean estrategias para promover en jóvenes la ciencia e infraestructuras y otorgan becas de investigación y estudios en el exterior.

Recibir una beca para fortalecer tus capacidades es un privilegio que he tenido la dicha de experimentar. En el 2019 fui parte del 3% de los seleccionados a nivel mundial para estudiar mi maestría con la beca Chevening del gobierno del Reino Unido.

Más jóvenes merecen tener oportunidades como las que se me otorgaron. Estudiar en uno de los países más innovadores del mundo me dio perspectivas sobre modelos de negocios, ideas y proyectos que podemos usar para resolver problemas globales como el cambio climático o la pandemia COVID-19. También confirmé que, en mi país, Nicaragua, y en el resto de Centroamérica tenemos creatividad de sobra. Lo que necesitamos los jóvenes es una cultura que nos motive y acompañe a innovar de una manera más sistematizada, científica y organizada.

Las dos estrategias anteriormente mencionadas no tienen mucha importancia si no desarrollamos mecanismos de medición y seguimiento del impacto de la innovación social y sostenible en nuestra región.

A nivel global existen diferentes sistemas para medir indicadores de innovación. Por ejemplo, el Marcador de Eco-innovación de la Unión Europea (UE). Sin embargo, estos indicadores no siempre toman en cuenta las situaciones particulares de las regiones involucradas, por ejemplo, el hecho que la inversión en investigación es mucho menor en Centroamérica y el apoyo en financiamientos para patentar soluciones es extremadamente limitada.

Es por ello por lo que sugiero que los países de Centroamérica trabajemos coordinadamente para desarrollar mecanismos de medición aterrizados a nuestros contextos.

Medir nuestro progreso en innovación es crucial por varias razones. Una de ellas porque ayuda a los tomadores de decisiones a crear políticas públicas basadas en estadísticas e indicadores reales. Esto nos permite tomar mejores decisiones e invertir recursos de manera eficiente lo cual, a su vez, generar más confianza en inversores extranjeros.

En conclusión, somos una región rica en creatividad. Somos resilientes y dinámicos. En la juventud Centroamericana tenemos un gran potencial para resolver los problemas socioambientales que nos agobian y que parecen no tener solución. Si aunamos esfuerzos como hermanos centroamericanos para estimular soluciones innovadoras, diferentes y disruptivas contribuiremos a fortalecer nuestras economías haciéndolas más competitivas a nivel global a la vez que generamos bienestar en nuestras comunidades.

Referencias:

Cornell University, INSEAD, World Intellectual Property Organization. (2019).

Global Innovation Index 2019. Geneva: World Intellectual Property.

Banco Interamericano de Desarrollo. (2016). El ADN de la integración regional. La voz de los latinoamericanos por una convergencia de calidad: innovación, equidad y cuidado Ambiental. BID.

CEPAL. (2014). Economics of climate change in Latin America and the Caribbean.

Banco Interamericano de Desarrollo BID. (11 de noviembre de 2020). Economía naranja: Innovaciones que no sabías que eran de América Latina y el Caribe.  Obtenido de  https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/Econom%C3%ADa-naranja-Innovaciones-que-no-sab%C3%ADas-que-eran-de-Am%C3%A9rica-Latina-y-el-Caribe.

Coreado, I. (21 de agosto de 2016). La MIPYME conforma el 95% del parque empresarial en la región. Diario digital Contra Punto. Obtenido de https://www.contrapunto. com.sv/economia/coyunturaeconomica/la-mipyme-conforma-el-95-del-parque-empresarial-en-la-region/1491

Germanwatch. (03 de noviembre de 2020). Índice de Riesgo Climático (IRC) 2019. Obtenido de https://germanwatch.org/sites/germanwatch.org/files/ Indice%20de%20Riesgo%20Climatico%20Global%202019%20-%20Resumen_0. pdf

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