Soy Fannuel Úbeda Enríquez, nací el 16 de julio de 1982, en el municipio de Quilalí, departamento de Nueva Segovia, Nicaragua. Quilalí es un pueblo pequeño, ubicado a 263.6 kilómetros al norte de la capital. Crecí en el seno de una familia de agricultores muy pobres. El único capital que teníamos era una casa de rejas de madera de coyol con un techo makengue, un petate como colchón y un tapesco de madera que nos servía como cama, más una olla de barro para cocinar.
Mi infancia fue quizás demasiado intensa y cambiante, estuvo marcada por las limitaciones económicas y todo lo que conlleva esto, pero nunca perdimos la esperanza. Mi madre, aunque no era una mujer letrada, siempre creyó que la mejor herencia para sus hijos eran los estudios y, por ello, trabajó siempre muy duro, como obrera del campo sembrando granos básicos y hortalizas, pero también lavando y planchando ropa.
Estudié parte de la primaria en la escuelita de mi municipio; luego, me trasladé a la ciudad de Estelí, en el departamento de Estelí, para concluir mis estudios de primaria en el Centro de Educación de Adultos (CEDA), tomaba clases en la modalidad nocturna, ya que durante el día trabajaba como obrero del tabaco para sufragar mis gastos y apoyar a mis padres.
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En ese período me eligieron representante del Movimiento Juvenil del Campo ante la Red de Jóvenes Estelí, instancia que aglutinaba a representantes de diferentes organizaciones sociales y políticas partidarias, legalmente constituidas en el país, con la intención de presentar propuestas incluyentes, de participación, de educación, de profesionalización, así como de promoción para el desarrollo integral a la juventud.
Con mucho esfuerzo y trabajando duro en las plantaciones y fábricas de tabaco en la ciudad Estelí, viajaba a Managua todos los sábados para estudiar periodismo en la Universidad Hispanoamericana (UHISPAM). Ahí obtuve mi título de Licenciado en Periodismo, en 2013.
Actualmente, estudio una maestría internacional en Psicología Forense y Criminología en la Universidad para la Integración de América Latina (UNIVAL), sede Estelí.
Trabajé como locutor y productor audiovisual en canal 21 Visión Estelí, allí obtuve experiencia en comunicación incluyente, cobertura de noticias en la era digital (Voz de América de los Estados Unidos).
A lo largo de mi carrera periodística he tomado cursos de Comunicación para el cambio social; Equidad de género y generacional, Periodismo y derechos humanos y Periodismo digital investigativo.
En la Red de Jóvenes Estelí fundamos el programa radial Despierta Juventud desde donde se promovía el quehacer de la juventud, derechos y compromisos con la comunidad.
Llegué a formar parte del equipo fundador de la Red Centroamericana de Juventud, conocida como REJUCA, nombre que también propuse en un encuentro realizado en Honduras, en donde nació la iniciativa que posteriormente permitió la construcción de alianzas en cada país, con las autoridades locales y nacionales. Estas alianzas permitieron la creación de espacios de consultas, propuesta de leyes y proyectos con las alcaldías y gobierno central.
Posteriormente, como representante de la Red de Jóvenes Estelí tuve la oportunidad de trabajar en el proceso de construcción y consulta de la Ley de promoción integral a la juventud en Nicaragua, desde el Consejo Nacional de la Juventud.
Mi trayectoria profesional ha sido un camino de altas y bajas, con manos que se han extendido en mi ayuda y otras que me han empujado para que toque suelo. He vivido momentos dolorosos en este trayecto, pero he aprendido a sobreponerme.
Mi carácter entusiasta y comunicador me permitió formar parte de la Comisión Interinstitucional para la reinserción social de jóvenes transgresores (pandillas) de la ley, en Estelí; instancia integrada por el Ministerio de Gobernación, la Policía Nacional, organizaciones de juventud y la Secretaría de la Juventud. A raíz de este esfuerzo, se creó la Comisión de Asuntos Juveniles de la Policía Nacional, aún vigente en todo el país, donde se promueve la inserción, la rehabilitación psicológica y laboral de la juventud en situación de riesgo.
Con esta experiencia y aprendizajes logré formar parte de la Comisión interdisciplinaria para el trabajo con adolescentes trasgresores de la ley, a través de los juzgados especiales de adolescentes y fui fundador de la primera Escuela de Arte y comunicación para personas sordas y ciegas, un espacio no solo de promoción de derechos, sino de aprendizaje para la integración social y laboral, con el propósito de ayudar a esta población a lograr su independencia económica.
Por medio de una alianza entre el sector privado y el gobierno central, a través de la Vicepresidencia y la alcaldía municipal, se obtuvo la donación de un terreno para la construcción de la Escuela, así como el equipamiento necesario para su operatividad.
Los estudiantes de la escuela alcanzaron, con mucha tenacidad y amor, desarrollar la habilidad en el uso y manejo de medios de comunicación (cámaras, micrófono, etc.), y lo más importante se pudo romper barreras y sensibilizar a la población.
Como fruto de esta iniciativa, hoy tenemos una televisión estatal inclusiva que emplea el lenguaje de señas. Además, tenemos profesionales (sordas) trabajando como maestras de educación primaria y universitaria (licenciadas en Pedagogía con énfasis en la Diversidad) contratadas oficialmente por entidades gubernamentales y el Ministerio de Educación, actualmente activas en escuela especiales públicas.
Todo esto se ha conseguido únicamente a través de la divulgación, gestión, construcción de alianzas, búsqueda y espera.
Todo esfuerzo tiene una recompensa y he sido merecedor de reconocimientos como el Premio Regional Centroamericano de Periodismo por la erradicación de la pobreza, otorgado por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, orden Rigoberto Cabezas; máxima distinción al periodismo nacional que otorga la Asamblea Nacional a jóvenes periodistas destacados del país y que se convierte en la más importante del país.
El aprendizaje y la educación son fundamentales para el desarrollo personal y de una nación, por consiguiente, la responsabilidad y el compromiso de garantizar ese derecho, no solo corresponde a los gobiernos con la creación de infraestructuras, programas y métodos de enseñanza; sino también de cada persona.
Nicaragua es uno de los países que siempre se ha visto comprometido con la educación básica, técnica y superior; a través de la creación y mejoramiento de infraestructuras físicas, contratación de personal docente o maestros, acceso a la tecnología, dotación de materiales escolares a los estudiantes, inclusive hasta merienda en las escuelas públicas para los estudiantes de educación primaria.
También se han adecuado espacios de formación y profesionalización para el sector con discapacidad, puesto que son parte de esta sociedad y son piezas claves para acabar con la pobreza en todas sus formas.
Escapar de la pobreza y miseria resulta complicado para muchos, pues creen o consideran que es responsabilidad única de los gobiernos, organizaciones no gubernamentales y agencias de cooperación internacional que facilitan divisas o recursos financieros para la ejecución de proyectos; sin embargo, en estos años he descubierto que el éxito y el cambio de vida del ser humano depende de la educación, voluntad y motivación que existan o se haya tenido en cada hogar.
La educación es un derecho humano y está contemplado en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948); sin embargo, millones de niños, adolescentes y jóvenes no tienen este mismo derecho, no por falta de oportunidades, sino por factores culturales y sociales que han heredado sus familiares o comunidades, condenándoles a vivir marginados entre la pobreza y la miseria, pero también a depender de las ideas de los demás y proyectos de asistencia social que ejecuta el Estado, organismos gubernamentales y no gubernamentales.
La pobreza y dependencia económica son fenómenos que han permanecido a lo largo de los años; sin embargo, las nuevas generaciones tenemos el reto de terminar con este ciclo a través de la puesta en práctica de nuestros mejores conocimientos, adquiridos a lo largo de nuestros años de estudios, en proyectos y programas de igualdad que permitan elevar el estatus, reducir las migraciones y el embarazo en adolescentes, factores que también bloquean las superación personal e intelectual de la niñez, adolescencia y juventud en este mundo moderno, lleno de tecnologías pero que son mal aprovechadas, puesto que no se están utilizando con fines investigativos, de documentación y estudios, sino para afianzar relaciones interpersonales.
No hay duda de que estudiar nos permite tener no solo un estatus ocupacional y obtener mejores ingresos económicos, sino también nos abre espacios de participación social, pero para llegar hasta allí es importante que los padres de familia se involucren de forma directa en la formación de sus hijos a través de la motivación, respetando su tiempo y espacio; además, demostrando interés en lo que hacen e involucrándose en las tareas.
El aprendizaje está vinculado al interés y los deseos de superación personal y profesional de las personas. Esos elementos nos permiten transformarnos en agentes de cambios, capaces de reconocer nuestro potencial como individuos para poner en práctica habilidades y capacidades en beneficio propio y para la comunidad.
Reafirmando que la educación es fundamental para el desarrollo socioeconómico de los pueblos con sus protagonistas, los habitantes de los mismos, se debería evitar el enfoque homogenizador en los planes y programas de estudio y así respetar las características como individuos, como miembros de grupo, es decir, reconocer la diversidad (religión, etnia, etc.) y no la excepción.
La educación es un proceso que dura toda la vida, cada momento, cada circunstancia es un aprendizaje para la vida, un aprendizaje significativo. Por ello es importante la dimensión emocional del aprendizaje, aquello que aprendemos pasa por una dimensión más afectiva y emocional que la que solemos relacionar con el aprendizaje “técnico” de una materia, en la que simplemente se repite, se practica y se memoriza.
En este sentido, quiero retomar las palabras del ministro Asesor Presidencial de Nicaragua, Salvador Vanegas, en un debate celebrado en Managua, en el marco de la presentación del Informe sobre el Desarrollo Mundial 2018, y en el que participaron representantes de los ministerios de Educación de Centroamérica, dijo que: “Una educación centrada en aprendizajes y que reconoce al ser humano en todas sus dimensiones, desde una apuesta de formación integral, es el gran desafío y a la vez única garantía para un futuro de prosperidad y bien común” (Agencia EFE, 2018).
En términos de pobreza, Centroamérica es una de las regiones donde se concentra la población pobre de América Latina. Somos una región con una elevada proporción de población rural, en comparación con el resto de América Latina: la población rural centroamericana representa el 41% de la población total (Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 2008).
La pobreza y la exclusión social presenta una multidimensionalidad de rasgos que hemos de tener en cuenta: la posición en el mundo laboral y económico, la dificultad de acceso a los servicios y a las tecnologías digitales, el descarte en el ámbito de las relaciones sociales y las consecuencias psicosociales que conlleva.
Es necesario conocer la respuesta de la escuela y la educación en general ante este grave problema. Hay una relación directa entre pobreza infantil, fracaso escolar y exclusión social que no suele tenerse en cuenta.
La deserción educativa sigue siendo un desafío que afecta la capacidad de los jóvenes para acceder a empleos de calidad, particularmente en las escuelas rurales, las zonas indígenas y los hogares de bajos ingresos.
Concluyo con esta frase de Nelson Mandela que la hago mía: “La pobreza no es natural, es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos y erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”.
Agencia EFE. (2018, 1 de febrero). Analizan los desafíos y oportunidades de la calidad educativa en Centroamérica. Recuperado de: https://www.efe.com/ efe/america/sociedad/analizan-los-desafios-y-oportunidades-de-la-calidad-educativa-en-centroamerica/20000013-3511522
Instituto Interamericano de Derechos Humanos. (2008). Políticas públicas regionales sobre la reducción de la pobreza en Centroamérica y sus incidencias en el pleno disfrute de los derechos humanos. San José: Autor.