Según Shorter y Hancock, en su Carta Abierta para la Nueva Generación de Artistas (2016), no puedes ocultarte detrás de una profesión o de un instrumento; tienes que ser humano, enfocar tu energía en convertirte en el mejor ser humano posible. Centrarte en el desarrollo de la empatía y la compasión.
Muchos sonidos, colores, ritmos, melodías y tesituras entraron por mis oídos y abrazaron mi creativo mundo, vibraron hasta lo más profundo de mi ser y me permitieron expresarme a través del movimiento, de las canciones, entender mejor mis emociones, llorar y reír junto a ella, solo recuerdo que estuve en constante contacto con ella de día y de noche, desde muy pequeña.
Y por medio de ella, pude conectarme con algo superior. Compartir con mi familia sobre muchos artistas y tantas interesantes letras con mis amigos, tratar de entender los sonidos de la naturaleza y los pajaritos ¿hay algo más mágico que esto? Bueno, para mí lo que le dio un gran toque de chispa creativa a mi vida fue la música.
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A los siete años empecé a desarrollar mi liderazgo en los proyectos sociales en la iglesia local, dentro de un grupo infantil llamado “Exploradores de la Biblia”, donde tenía que reunir semanalmente a los niños en la comunidad para explorar temas de la biblia. A los doce años, ingresé a un grupo de danza y a los quince, empecé a liderar un grupo de danzarinas.
Hoy día, me he dado cuenta de que, desde pequeña, venía trabajando con el arte para la transformación social. Doy gracias a mis padres por todo el apoyo, porque estas experiencias me mantenían ocupada, creando, imaginando y trabajando en distintos proyectos. Así que en mi niñez estuve dibujando, pintando, escribiendo canciones, cantando, leyendo muchos libros y aprendiendo de moda junto a mi abuela.
Luego, decidí dedicarme a estudiar una de mis pasiones, que es la música, para esto tuve que convencer a mis padres, esforzarme para cumplir mis sueños, ya sabía que no estaba escogiendo un camino fácil y menos en mi país; por lo tanto, tuve que salir de mi zona cómoda, estudiar mucho, buscar oportunidades e ir a contracorriente para cumplir mis metas. Porque según la mayoría de las personas es mejor estudiar algo por dinero, pero desde mi experiencia lo mejor es seguir tu misión o tu pasión.
También hubo personas que me dijeron que la música no era para mí y en ese sentido, aprendí que solo debo escuchar a las personas que han triunfado y que han logrado sus sueños y metas. Mi consejo es que nadie te detenga, lucha por tus sueños, sé constante, perseverante, desarrolla tu creatividad, liderazgo y ten una misión en la vida que te permita crecer e impactar la vida de muchas personas.
Estudié canto por siete años y música jazz en la fundación del pianista Danilo Pérez, recibí entrenamiento musical del Berklee Global Jazz Institute, bajo la dirección de Danilo Pérez, Marcos Pignataro, George Garzone, Mia Olson y Matt Marvuglio. Este camino me ha permitido desarrollarme para ser cada día mejor. La música me ha dado la oportunidad de conocer a jóvenes de todas partes del mundo y ser una persona con una mentalidad abierta.
Desde mi experiencia, interesada por el arte desde temprana edad, estoy segura de que utilizar el poder de la música y del arte en general para llegar a las comunidades y barrios con grandes brechas de desigualdad para la transformación social es muy importante y a través de ella, llegar a la vida de muchas niñas, niños y jóvenes de nuestra región para el avance y desarrollo humano, social integral de nuestras comunidades
La música también puede ser el medio para educar en valores a las niñas, niños y jóvenes, valores como la tolerancia, la honestidad y la disciplina; por ejemplo, en el jazz se utiliza mucho la improvisación y a través de ella los niños tienen la oportunidad de aprender el respeto, ya que tenemos que darle espacios a cada uno de nuestros compañeros para que pueda expresar su arte y lo que a través de la música tiene que decir.
Al tocar en un ensamble o una banda musical los niños y jóvenes pueden aprender el valor de la unidad, el trabajo en equipo, desarrollar la creatividad y tener esa apertura mental que les permite ver nuevas posibilidades y la esperanza de soñar con un mundo mejor.
La música para el cambio social reduce el tiempo de ocio, niños y jóvenes mejoran la relación con su entorno y en sus hogares; además, fortalece la autoestima. La música es una poderosa herramienta para impactar de forma significativa la vida de niños y jóvenes en riesgo social, esto va más allá del aprendizaje musical o de formar a grandes artistas, lo importante es formar a mejores seres humanos.
La idea es utilizar la música no solo para ganar fama sino para educar en valores a niños y jóvenes de barrios en riesgo social, donde, en la mayoría de los casos, hay una propuesta cultural baja. Es importante invertir en programas enfocados en el arte para el cambio social, para la preservación de la violencia y la construcción de la paz, también realizar alianzas para que los programas artísticos sociales lleguen a más comunidades
En nuestros países las niñas, niños y jóvenes deberían tener la posibilidad de desarrollar su creatividad y habilidades artísticas desde temprana edad y para esto, es importante que tengamos entendimiento desde las diferentes esferas, de la importancia y la dimensión del arte en la vida de las personas, y aprovechar el talento creativo de nuestros países, ya que la cultura es un derecho.
El arte nos une, nos permite conectarnos con nosotros mismos, sanar escuchando nuestras emociones y cuerpos, expresar desde nuestro ser a través del canto, los instrumentos musicales, el baile, teatro, pintura, la danza y liberarnos para tener un crecimiento personal y comunitario. La música tiene el poder para transformar vidas.
Estoy comprometida en ser parte de los jóvenes que, a través de sus habilidades, talentos y fuerzas contribuyen al cambio. En mi comunidad aprendí que no hay que esperar que nadie venga a resolverle los problemas, tenemos que ser agentes de cambio y observar lo que queremos mejorar, ver qué tenemos en nuestras manos, trabajar en equipo y actuar para mejorar la situación.
Cómo no observar tantas situaciones por mejorar si vivo en uno de los países más desiguales del mundo, en una provincia económicamente próspera, pero con una gran desigualdad social y mala distribución de las riquezas; por lo tanto, cuando miro algo que no me gusta o que sé que no está bien, me pregunto
¿cómo podemos mejorar esto? ¿Puedo hacer algo para que esto mejore?
Esto es lo que me lleva a trabajar en unidad con otros jóvenes de mi país y de la región como Jóvenes Iberoamericanos, Red Nacional de Juventud por los Objetivos de Desarrollo Sostenible y Ahava, Música y valores; todo esto con el sueño de ver mejoras en nuestras comunidades y aportar en los temas de juventud, arte cultura y desarrollo en general.
Como jóvenes, a nivel local, tuvimos la oportunidad de hacer un cambio desde la Alcaldía de Colón. Nos unimos para trabajar en la creación de la primera Secretaría de la Adolescencia y Juventud, la primera secretaría creada a nivel nacional para trabajar en pro de políticas públicas de juventud para brindar herramientas para el desarrollo integral de los jóvenes, ayudando en los procesos de juventud, conocimiento, capacitación, diversidad cultural y grupos étnicos, arte, cultura, emprendimiento e innovación, voluntariado, medioambiente.
Esta fue una experiencia muy importante para mí; ya que era mi primera vez trabajando en una gestión de Gobierno, a través de esta experiencia pude entender desde adentro muchas cosas que desde afuera en ocasiones no podemos entender. Estoy totalmente convencida que debería haber más oportunidades para jóvenes como funcionarios del Estado. Luego de la creación de la Secretaría en Colón, otros jóvenes tomaron el ejemplo para crear la Secretaría de la Adolescencia y Juventud en la capital Panamá y en La Chorrera, en la provincia de Panamá Oeste.
Como jóvenes debemos unirnos para exigir a nuestras autoridades el trabajo para las mejoras de estas áreas y que estos beneficios puedan llegar a todas las comunidades y debemos darle seguimiento para asegurar su cumplimiento.
De aquí a 20 años me gustaría ver una región con menos desigualdad, con educación de calidad, con instituciones y gobiernos transparentes, donde haya oportunidades para todos, donde se le dé valor a la ciencia, la tecnología, el arte y la cultura, países con calidad de vida. Países con una reducción significativa de la violencia y donde se trabaje de forma integral por mejores ciudadanos y sociedades, donde los artistas puedan vivir de su arte, donde podamos producir arte de calidad para el mundo y donde como profesionales no tengamos que irnos a otros países para poder recibir una educación de calidad y cumplir nuestros sueños.
Por todo esto, pienso que las autoridades políticas deberían estar más conscientes de la importancia y la oportunidad del bono demográfico para aprovechar la fuerza y el entusiasmo de la juventud para trabajar en la mejora de nuestra región, con el fin de ver mejores días y un desarrollo humano y social integral.
Sin embargo, creo que promover el tema artístico y cultural es muy complejo en nuestros países; pero ¿cómo podemos solucionar ese aspecto? La respuesta es una visión desde lo político, social, económico, en un trabajo conjunto, con gran voluntad y deseo de lograr un cambio en la región. Debemos trabajar en educar a los niños, desde temprana edad, desarrollando su gusto por el arte y fortaleciendo su sensibilidad ante buenas piezas musicales u obras de teatro. De esta manera, al llegar a su edad adulta podrán admirar la riqueza de un museo, deleitarse con un concierto, disfrutar la lectura, admirar la arquitectura y apreciar el teatro.
El tema artístico debe ser, desde ya, un tema que se tome seriamente y de manera prioritaria por los Gobiernos de la región; si queremos construir un mejor futuro para Centroamérica. Las escuelas deben contar con programas de educación artística; pero aún tenemos el desafío de que muchos de nuestros centros educativos están en mal estado y sin recursos. Entonces, ¿cómo podemos educar en arte si nuestras escuelas aún no tienen las condiciones adecuadas para atender a la población estudiantil? Debemos superar estos retos sin dejar de lado la urgente necesidad de promover el arte y la cultura de calidad.
El arte además de su impacto positivo en la reducción de la violencia; y en la educación de la infancia y la juventud también constituye una oportunidad para el desarrollo económico de nuestros países. Existen datos interesantes sobre lo que se ha denominado la Economía Naranja, y de la cual, forman parte algunas manifestaciones artísticas. “El Banco Mundial calculó que dichas industrias aportaron entre el 2000 y el 2010, un promedio de 7% al producto interno bruto (PIB) mundial, porcentaje importante en la economía global. En América Latina y el Caribe, el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (Sela) calcula que aporta en promedio entre el 3.5- 4% al PIB de la región” (SELA, 2019).
Como podemos ver, la economía naranja generaría empleos y la era digital la ha fortalecido ampliando su alcance y abriendo nuevos espacios de creación. Así que tenemos ante nosotros un sector con alto potencial para mejorar las condiciones de vida de nuestra población y que debería tomar un rol más protagónico en la discusión regional.
Desde nuestros distintos espacios debemos continuar trabajando unidos en las temáticas específicas de nuestra región y las instituciones que se dedican a estos temas deben hacer todo lo necesario para generar espacios para que los jóvenes conozcan, generen propuestas e iniciativas de solución para las problemáticas de nuestra región, y todo este trabajo llevarlo de la mano con las organizaciones juveniles de la región.
Lo más importante es que se escuchen nuestras voces, ser parte de las mesas de toma de decisiones, meternos en el asunto y ocupar los puestos políticos, porque el cambio también hay que hacerlo desde adentro. Realizando nuestro trabajo desde una mentalidad distinta, con humildad, transparencia, compromiso e innovación, pensando en el bien común, por mejorar la calidad de vida y pensando en que las nuevas generaciones puedan vivir una realidad distinta a la que actualmente estamos viviendo como países de la región. Que nos motive el dejar un legado de unidad, transparencia y excelencia.
Algo muy importante que he aprendido es que debemos conocer e investigar sobre nuestra historia, nuestras raíces, sobre cada uno de nuestros grupos étnicos porque aún tenemos mucho por aprender, conocer a las mujeres y hombres héroes de nuestra historia como país y como región que en la escuela no nos contaron.
De acuerdo con Nelson Mandela en una de sus frases más célebres “Nadie nace odiando a otra persona por el color de piel, por su origen, o su religión. La gente aprende a odiar y si pueden aprender a odiar, se le puede enseñar a amar. Por qué el amor se encuentra más de forma natural en el corazón del hombre que lo contrario”.
Soy orgullosamente parte de un mestizaje, yo soy afrodescendiente y pertenecí a la red de jóvenes afro panameños y junto a ellos aprendí mucho sobre mis raíces, sobre nuestros ancestros, sobre el importante aporte que han realizado en mi país y en nuestra región. Mi mensaje para ustedes sería que investiguen sobre nuestras raíces indígenas y afrodescendientes y las abracemos y aceptemos sintiéndonos orgullosos de ellas.
Entendí que ser afrodescendiente no tiene que ver solo con el color de piel, puedes ser de tez clara e igual ser afrodescendiente. Conozcamos verdaderamente nuestra historia para saber y entender hacia donde debemos direccionarnos. Pero creo que lo más importante es una educación de calidad y oportunidad para todos y que nos reconciliemos con nuestras raíces y sanemos desde lo más profundo.
Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (Sela). (2019). La Economía Naranja en Panamá generó el 5.8 por ciento del empleo. SELA. Disponible en: http://www.sela.org/es/imprimir/?n=44905