Alcanzando la igualdad y equidad de género a través de la mujer centroamericana

02/08/2022
Karol Nicolle Carías
Hondureña. Estudiante de arbitraje internacional, voluntaria y académica.

Honduras, tierra del café, de los indígenas, de los cielos azules, de las cinco estrellas, esa patria que te pertenece y me pertenece es la misma que nos necesita, que cree en las oportunidades, en los retos, en los sueños, y en los anhelos que habita en el corazón de cada uno de los hondureños y hondureñas. Así, de bella y noble, es mi nación centroamericana.

Pero, seguramente te preguntarás, ¿Cuál es la necesidad de exaltar lo hermoso de tu país en temas de género?, la respuesta es muy simple, y es que primero, debes amar a tu país, para luego ayudarle a erradicar todas aquellas situaciones que de una u otra manera, lastiman a su pueblo. Justamente por ello, es que recuerdo de donde provengo, la historia que me identifica, y las mujeres que me representan; solo, de esta manera entonces, podré expresar todo aquello que espero para los próximos veinte años de mi nación y de la región centroamericana en general.

En consonancia de lo anterior, es casi imposible desconocer los relatos de la historia y de los contextos bajo los cuales, durante siglos, se ha generado la discriminación y la desigualdad entre seres humanos y sobre todo, el contexto por el cual las mujeres y las niñas han sido aisladas de la educación y de la toma de decisiones, simplemente, por ser mujeres.

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Veamos a nuestro alrededor y observemos nuestro entorno, nos damos cuenta de cómo las personas corren por los caminos de las ciudades al son de las horas y de los minutos del reloj, y veremos cómo es que ahora las mujeres también son parte de esa población, que corre en tacones a sus trabajos temprano por la mañana, de cómo cargan en brazos a sus hijos e hijas hacia la escuela, de cómo algunas mujeres se acobijan con cajas de cartón del sereno de la noche y del rocío de la madrugada, para trabajar desde muy temprano en el comercio. Así de importante es el aprender a observar, pero más allá de ello, lo importante que es el apreciar de nuestras mujeres.

En Honduras, muchas mujeres y niñas fueron obligadas a cooperar con las tareas domésticas desde muy jóvenes, debiendo abandonar los estudios, para cumplir con dichas tareas, así como también son muchas las mujeres que fueron obligadas a contraer matrimonio por todos esos paradigmas sociales errados, y son muchas las niñas que envejecieron con el corazón roto y el alma desecha, por jamás haber tenido la oportunidad de acudir a un salón de clases o el tan solo hecho de levantar su voz y decir “aquí estoy, deseo opinar y participar”.

La igualdad y la equidad de género más allá de ser considerados como “temas feministas” deben ser los temas que a todos y todas nos preocupe y sobre los cuales tengamos participación; mi intención no es la de brindar un significado científico o probablemente aquel concepto que ya todos conocemos sino más bien, abordarlos de una manera que resulten gratos y sencillos, tanto para el lector como para cualquier persona que sienta interés por conocer de la equidad de género; la cual únicamente busca, la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, en la que no se haga distinción alguna a causa del sexo, en la que no se discrimine, en la que no se rechace a nadie, en la que las oportunidades sean amplias y abiertas para todos y todas.

Recuerdo, que de niña escuchaba con frecuencia la frase del “sexo débil” y me preguntaba, ¿a qué se refieren con ello?, y poco a poco comprendí, que se trataba de una “frase” con un trasfondo de discriminación, de acomplejo, de falacia, de desigualdad hacia la mujer, al considerarla como “débil” ante la existencia del hombre per se, es interesante que la mayoría de nuestras constituciones de país establecen que el fin supremo de los Estados, es y será siempre el ser humano, que la ley es la ley, y no distingue entre mujeres y hombres, y que es un deber del ciudadano luchar y defender cada uno de los preceptos legales de nuestras cartas magnas, en pro de que los mismos sean respetados y cumplidos al pie de la letra, sin lugar a dudas, aún hay muchas brechas, muchas situaciones que nos disgustan, injusticias y paradigmas por eliminar.

Sin embargo, Honduras como Centroamérica en general, a pesar de los contextos que nos han caracterizado como la conquista española en la que nuestras mujeres fueron tomadas a la fuerza, violadas, asesinadas y maltratadas o bien, por ejemplo, en los conflictos armados, en donde las mujeres repitieron la historia de ser maltratadas, violadas, e incluso se les separaba de sus familiares para servir en las tareas domésticas.

Siendo así que independientemente de lo anterior, y de muchas otras situaciones más, Centroamérica ha logrado dar pasos agigantados para alcanzar la igualdad y la equidad de género; esto a través de la firma de tratados internacionales, a través de la creación de leyes y políticas públicas impulsadas por el Consejo de Ministras de la Mujer de Centroamérica y República Dominicana (COMMCA) en el marco del Sistema de la Integración Centroamericana, por medio de la inclusión femenina en la toma de decisiones, a través de campañas de concientización y programas de emprendimiento social.

Es menester reconocer, de igual manera, que como todo proceso, de cambios y transición, se requiere de tiempo, participantes y/o involucrados, actitud positiva y compromiso, por tanto, de manera analógica, puedo establecer que la búsqueda por el respeto de los derechos de la mujer es como subir a diario escalones para llegar hasta la cima, ya que día a día, se toman muchas más acciones para erradicar la discriminación generacional.

Los jóvenes nos encontramos cada vez más cerca de lograrlo, y es realmente emocionante observar cómo los jóvenes de esta nueva generación, unen fuerzas no solo para lograr el respeto por los derechos de la mujer, sino también para lograr el respeto de los derechos de los niños y niñas, de los pueblos indígenas, de nuestro ambiente, de nuestra cultura, de nuestra educación, de nuestras ideologías y de nuestras políticas, creo en mi pueblo centroamericano, porque, como lo he dicho antes, a pesar de las adversidades que en diferentes ocasiones hemos enfrentado, la juventud se ha hecho sentir en Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, República Dominicana y el resto de países de la región.

Así, en este orden de ideas, es importante destacar el factor tecnología, que con un click puede unir a muchas personas, en diferentes países, con horarios diferentes, en tiempo completamente real; con un tan solo click tu voz y mi voz, se pueden escuchar a lo largo y ancho del mundo, lo que permite que nuestra era sea única e increíble, la era digital, que nos brinda la oportunidad de darnos cuenta, que no hay obstáculos que los seres humanos no podamos vencer.

Hoy día, la educación ha sido también conquistada por la tecnología; puesto que desde mi opinión y muy personalmente denomino el año 2020, como el año de la “reinvención,” el año, que para muchos ha sido de tristeza, por la situación sanitaria que el mundo entero experimentó aislados en casa, con familiares y trabajo, pero para otros, fue el año del auto descubrimiento, del aprendizaje bajo una modalidad virtual, que segura estoy, ha llegado para quedarse.

Vamos a hacer de la crisis sanitaria por COVID-19, el punto de partida para reformar y reevaluar nuestros sistemas educativos, como jóvenes centroamericanos, necesitamos hoy más que nunca, identificar todos aquellos puntos clave, de oportunidades y de fortalezas, con los que cuenta cada uno de los países centroamericanos, con la finalidad de que cada niño y cada niña tenga acceso a una clase de estudio, un docente que le guie académicamente, que lo instruya; vamos a darle la oportunidad a las mujeres en las áreas rurales de conocerse, de descubrir de sus capacidades, que van más allá de las labores domésticas.

Empoderemos a todas las microempresarias e inspirémoslas para que mañana sean las macroinversionistas de la región, fomentemos la educación, la inclusión social, y la igualdad y equidad de género, para que dentro de veinte años, tú, tus hijos, tus hermanas y hermanos, amigos y amigas, compañeros y compañeras de trabajo, de escuela, de universidad, y yo, podamos tener una Centroamérica, de la cual, no tengamos a más personas saliendo y huyendo, que nuestras naciones no se conviertan en las naciones de los “sueños rotos”, sino que sean las naciones de nuestro futuro, para continuar creciendo en las tierras que nos vieron nacer, las tierras que nos ofrecieron un hogar.

Me gusta la educación, me gusta mi país, me gusta mi región, pero más me encanta ser una mujer, y sobre todo de pertenecer a la juventud, que no solo se caracteriza por ser unida, inclusiva, respetuosa de los derechos humanos de todos y todas, sino porque también caracteriza el espíritu alegre del estudiantado centroamericano; hace un tiempo atrás –no tan lejano debo decir-, decidí que me involucraría en temas académicos de trascendencia internacional como nacional, y descubrí que siempre, estaba rodeada de muchachos jóvenes, y la sensación que sentía de ser yo la única mujer, es simplemente indescriptible.

Quizás, no seré la única mujer joven en el planeta involucrada en temas de educación, pero sí soy parte de esa lucha que busca la aceptación, el involucramiento, la participación femenina en ámbitos dentro de los cuales, quizás treinta o cuarenta años atrás no hubiesen sido posibles, y fue ese momento en el que me dije: “necesitas enviar un mensaje” pero no un mensaje cualquiera, un mensaje a todas las mujeres hondureñas, centroamericanas, las que están dentro como fuera de la región, las que trabajan en el campo, las que trabajan desde la oficina, a las mujeres de la familia, a las vecinas, a todas en general, de que, este es nuestro momento, y que así como yo he podido demostrar a mi corta edad, que soy lo suficientemente capaz de hacer y ser todo lo que me proponga, así también lo son, el resto de mujeres.

No me imagino una vida sin educación, y afortunada soy de contar con ella, pero simpatizo con todas aquellas jóvenes que fueron restringidas para acudir a un aula de clases, aquellas que a muy corta edad enfrentaron un embarazo, aquellas víctimas de violencia, las que callan por miedo, las que gritan de orgullo, porque de cada una de ellas, hay mucho por aprender. Una noche como hoy, en el mes de noviembre, mientras redacto estas palabras, quiero invitar e instar, a todas y cada una de las mujeres, adultas y jóvenes, a contribuir, a aportar, a colaborar, en las tomas de decisiones, que repercuten en nuestro diario vivir, alcemos la voz, para que el día de mañana, veamos los cambios que todas soñamos.

Generemos así, una participación civil activa, en la cual, ya no solo tengamos presencia masculina, sino que también presencia femenina, en la que hagamos historia, aportando ideas, propuestas y soluciones ante problemáticas de país, Hagamos cumplir nuestras constituciones y hagamos respetar su mandato de que todos somos iguales ante la ley.

Tú, mujer ambientalista, necesitamos de tus conocimientos en los congresos, para tomar acciones de país, en torno a los temas ambientales como de cambio climático; tú, mujer ingeniera, necesitamos de tus conocimientos para la mejora de nuestra infraestructura centroamericana; tú, mujer indígena, ocupamos de tu propuestas para salvaguardar a nuestros antepasados; tú, mujer médica, necesitamos de tus servicios y recomendaciones para el mejoramiento de las políticas en materia de salud; tú, mujer docente, necesitamos de tu paciencia y don para instruir a las niñas y niños a seguir el mejor camino que hará de la próxima generación una mejor que la actual.

Dentro de veinte años, tendré 42 afortunados años de edad y leeré estas palabras de nuevo, las que escribí a mis 22, desde lo más profundo de mi ser, con la esperanza que dentro de veinte años no habrá en Centroamérica más violencia, no habrá más desigualdad y que el trabajo infantil será reemplazado por la educación; que las microempresas de hoy serán las grandes inversionistas del mañana y que tú mujer, te hayas dado cuenta, de lo perfecta e irremplazable que eres, que con tus acciones y tu trascender, hagas de mi país y de tu país, un ejemplo a seguir en temas de igualdad y equidad de género.

Como lo he mencionado, a lo largo de este artículo, aún hay mucho trabajo por hacer, pero por algo se empieza, no importa si es un aporte grande o pequeño, todos cuentan e importan de igual manera, comencemos por enseñarle a nuestros niños lo importante que es valorar y respetar por igual a una mujer, que importamos, que somos capaces, que vale la pena nuestra existencia sobre la Tierra.

A nuestros gobiernos, les recomiendo aprovechar, la virtualidad del momento para incrementar mayor flujo de niñas y niños en el sistema de educación, mayor flujo de estudiantes universitarios, que se comiencen a crear programas y políticas dirigidas a brindar acceso a la educación virtual, que se implementen actividades académicas al alcance de todos y todas, con la finalidad de que con la crisis sanitaria no se incremente el ocio, sino que se fomente el estudio.

A nuestras organizaciones, defensores y defensoras de Derechos Humanos, que se mantengan siempre al cuidado y listos para defender a nuestras mujeres de todas aquellas violaciones a sus derechos, sociales, culturales y políticos, que se respeta su integridad como personas y como mujeres.

A mis compatriotas hondureños, unamos fuerzas siempre para continuar, siendo una voz que se escucha en la toma de decisiones, que tu sentir y mi sentir sean escuchados, y que día con día exista mayor participación civil de las mujeres y jóvenes.

Y por último, pero no menos importante, a mi pueblo centroamericano, lucha siempre por sacar adelante nuestra región, que tus sueños y mis sueños sean uno solo, y que no permitamos que más mujeres y niños, salgan de nuestras fronteras, en busca de un mejor futuro, hagamos de su futuro, nuestras tierras, que sus metas, sueños y anhelos, sean alcanzados en Centroamérica, la región que les pertenece y de la cual son parte.

¡Alcancemos la igualdad y equidad de género a través de la mujer centroamericana!

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