El progreso de los pueblos indígenas es la construcción de una Centroamérica desarrollada y con justicia social

03/08/2022
Carlos Eduardo Rubio
Panameño. Abogado litigante. Político Humanista y columnista.

Tuve la invaluable oportunidad de servir a mi país, como ministro de Estado, en la cartera de Gobierno (en otros países equivale a justicia o interior), y desde esta plataforma, conocí la realidad de nuestros pueblos indígenas, sus tradiciones ancestrales e inclusive, hice amistades que aún conservo. Este ministerio, además de otras tareas relativas a la gobernabilidad, tiene la tarea de realizar la política pública indigenista, para lo cual existe en funciones un Viceministerio de Asuntos Indígenas, y bajo este, varias direcciones para asegurar el respeto de sus derechos humanos.

Pude asistir a Congresos Generales de los distintos pueblos indígenas, y apreciar la solidaridad existente. Recuerdo estar un día en el Congreso Ngöbe Bugle, y al día siguiente, en el Congreso Guna, ver a esos mismos hermanos Ngöbe que había visto el día antes. Mi relación con ellos fue siempre de respeto y aprecio mutuo, convencido de que mis compatriotas son parte trascendental del desarrollo de nuestros países. En Guna Yala, comarca que ya había recorrido previamente cuando fui subdirector del Instituto para la Formación y Aprovechamiento de los Recursos Humanos (IFARHU) entre 2014 y 2016, entidad que se dedica al otorgamiento de becas y préstamos estudiantiles, recuerdo con una sonrisa que ellos me llamaban “wag sibbu”, que significa en gunagaya, hombre blanco.

La experiencia fue aleccionadora y a la vez asombrosa. Estos compatriotas tienen una realidad muy distinta de su universo, de lo que se ve en los medios de comunicación o en las redes sociales. En el aspecto negativo menciono, por ejemplo, los ataques injustos que ha tenido mi país como los “Panama Papers”. Por otra parte, entre las bondades que tiene mi patria destaco el Hub Humanitario, el Hub de la Esperanza, el Hub de las Américas, un país dolarizado, con pocos fenómenos naturales, un centro logístico y bancario de primer mundo, siendo contra todo pronóstico un Estado Nacional completo, con un Canal de Panamá recientemente ampliado y administrado por panameños.

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Inclusive, estas bondades llevaron a Panamá a ser la sede de la Jornada Mundial de la Juventud en el año 2019. En su visita, el Papa Francisco le dio este mensaje a la juventud indígena:

…que el actuar de ustedes, la conciencia de pertenencia a los pueblos de ustedes sea una reacción contra esta cultura del descarte, contra esta cultura del olvido de las raíces, proyectada hacia un futuro cada vez más líquido, más gaseoso, sin fundamento.

También, como servidor público, tuve la oportunidad de continuar y hacer nacer proyectos fenomenales. Entre estos, el desarrollo Buabtí, ciudad gubernamental indígena, el cual contempla la construcción de sedes de ministerios y otras entidades públicas, un hospital, un centro educativo, comercio local, espacios deportivos, entre otros elementos que equiparan a la comunidad con todos los servicios necesarios para el desarrollo de sus actividades. Y lo más importante, un museo que servirá para preservar las tradiciones y costumbres. Las viviendas deberán ser semejantes a las tradicionales y se contará con un Juzgado Comarcal. También se realizarán cursos de botánica y zoológica para formar guías que puedan mostrar a los turistas todas las riquezas naturales, además se capacitará a los habitantes en temas ambientales.

Panamá es un país diverso, multicultural, con un PIB de 24 000 millones de dólares. Contamos con siete pueblos indígenas en 12 territorios (Ngöbe, Buglé, Embera, Wounaan, Guna, Naso Tjërdi, y Bri Bri), representando el 12% (417, 559 personas según el censo del año 2010), con un poco más de cuatro millones de habitantes. Según el informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), para el 2003 el 95.4% de la población indígena panameña sobrevive en condiciones de pobreza, mientras que el 86.4% de estos se encuentran bajo el índice de pobreza extrema. Aunque estas cifras han mejorado, la situación no deja de ser de preocupación. La creciente pobreza urbana es un cultivo de la miseria, las oportunidades económicas para un indígena promedio son muy limitadas, según el Banco Mundial. Desde esta perspectiva, Panamá es un país con riquezas, pero lleno de pobreza, presentando una de las distribuciones más inequitativas de la región.

Robert Kennedy, en el admirado discurso de 1968, expresó que: “…el PIB no refleja la salud de nuestros hijos, la calidad de nuestra educación, ni el grado de diversión de nuestros juegos. No se preocupa de evaluar la calidad de nuestros debates políticos, ni la integridad de nuestros representantes. No toma en consideración nuestro valor, sabiduría o cultura. Nada dice de nuestra compasión ni de la dedicación a nuestro país. Y sentenció: “En una palabra, el PIB lo mide todo excepto lo que hace que valga la pena vivir la vida”.

Creo que nuestros pueblos indígenas aprecian lo intangible, la felicidad, la naturaleza; no obstante, justificadamente pueden y deben vivir mejor. La idea del progreso; por tanto, no significa que los indígenas tengan necesariamente que vivir en estrambóticos apartamentos o pasear en lujosos carros para ser llamado un pueblo desarrollado. Puede existir correspondencia entre el progreso, el desarrollo, el buen vivir y la felicidad.

En el año 2010, producto de un conflicto que causó muertos, lisiados y heridos entre las comunidades indígenas, el Gobierno buscó transformar esta crisis en una oportunidad, iniciando el diálogo y el nacimiento del proyecto Plan de Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas.

En el pasado se habían tratado de hacer estrategias parecidas, pero el éxito del Plan de Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas se obtuvo esta vez porque fue codiseñado, considerando gran respeto por sus tradiciones, dignidad y cosmovisión. Cerca de 2 800 personas participaron en las consultas de 2012 a 2014. La construcción conjunta del proyecto es un claro ejemplo de gobernanza democrática, asegurándoles a los habitantes su propio estilo de vida y bienestar.

El otro éxito del programa, que resultó en un préstamo inédito y ejemplar por parte del Banco Mundial, y la seriedad y prestigio que esto conlleva, es que, inspirados en los pensamientos kennedianos, se orientó en las fortalezas de sus cuatro ejes: gobernanza, salud, educación, agua y saneamiento. Les comparto en extracto, la declaración de Jorge Familiar, entonces vicepresidente del Banco Mundial para América Latina:

Es algo que no se ha hecho en ninguna área de la región con esta extensión, con este nivel de asociación entre el Gobierno y los pueblos indígenas y de participación de estos. Por lo tanto, si esto es exitoso, estoy seguro de que se va a estar replicando en otras partes de la región. Lo que hacemos aquí puede ser un parteaguas en cuanto a la forma de trabajar.

Otro interesante avance en temas de gobernanza indígena es que, para julio de 2018, se institucionaliza a través del decreto ejecutivo 203, la Mesa Nacional Indígena, en el Consejo Nacional de Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas, cuyo principal objetivo es la creación de la plataforma de coordinación y consenso entre el estado panameño y los pueblos indígenas.

Muy destacada también ha sido la incorporación en el Consejo de las Mujeres Indígenas, a través del Comité Asesor de Mujeres. Los retos sociales y políticos que llevan adelante las mujeres indígenas son arduos y aún continúan, puesto que los territorios indígenas siguen siendo las áreas de mayor inequidad y desigualdad del país.

Otro proyecto fundamental es el de restauración de los sistemas productivos y rescate de las semillas tradicionales con la FAO1. En el marco del Proyecto PNUD-MINGOB “Apoyo al Programa de Reformas del MINGOB”2.

En este se da esta Asistencia Técnica de la FAO, orientada a la restauración de los sistemas productivos en comunidades indígenas, que incluye la siembra de 92.30 hectáreas con plátano, arroz, ñampí, café, yuca y otros alimentos. Este esfuerzo se caracteriza por brindar asistencia, capacitación y principalmente, contribuir al fortalecimiento y diversificación de los sistemas agroalimentarios, en lo que respecta al rescate de los cultivos que forman parte de la dieta básica de los pueblos indígenas, en beneficio de 510 familias, 326 lideradas por hombres y 184 por mujeres.

Participando en un Gabinete Agrícola en la Comarca Ngöbe Bugle, uno de los asistentes nos manifestó que la población más pobre de Panamá, los indígenas, pronto, iban a exportar, producto de su propia cosecha, la cepa del café más caro del mundo, y que esto iba a traer mucho progreso a la región.

¡Qué maravilla! Las tierras indígenas pueden convertirse en la nueva frontera agropecuaria de mi país, y la región.

La trayectoria fue extensa, con muchos retos para todos y todas; sin embargo, se dejaron las bases de una dinámica diferente y orientada hacia resultados positivos, de cómo se relaciona el Estado panameño con los pueblos indígenas, fundamentada en un proceso de participación activa de los pueblos indígenas como artífices de su propio desarrollo, con respeto irrestricto de su cosmovisión y preceptos culturales exaltando la importancia de la diversidad de los pueblos y de su autodeterminación, en este proceso incansable de ir cristalizando, en nuestro país esa paz social, metas con las cuales nos hemos comprometido con la agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en especial el ODS 16.

No necesitamos de una crisis, como la de Panamá, para que vayamos creando como grupo regional un plan para el desarrollo integral de los pueblos indígenas de Centroamérica. Se requiere de un proyecto en común por parte de los líderes de la región, y una metodología similar a la usada en Panamá: codiseño, como palabra clave, consulta, apoyo internacional, reglas institucionales, el respeto a la cosmovisión, las tradiciones y derechos de los pueblos indígenas. Por ejemplo, en el marco del SICA, con la firma del convenio entre la Secretaria General del SICA (SG-SICA) y el Consejo Indígena de Centroamérica (CICA) se han realizado avances en la región para dar cumplimiento y velar por el respeto a los derechos de los pueblos indígenas, promoviendo espacios de fortalecimiento cultural, legal, político, social y económico para este sector vulnerable de la población. También han promovido el desarrollo de un plan de acción regional para afrodescendientes e indígenas que promueva su participación regional.

La siguiente frase para la reflexión, nos señala el gran reto: que los pueblos indígenas en consenso y unidos puedan hacer sostenible los logros que se vienen trabajando desde hace muchos lustros. Recientemente lo compartí en el diario El Liberal, El Salvador: “Es tiempo de ponerse de acuerdo de nuevo sobre los rasgos del hombre que hemos formado, para que (sea) una vez más (nuestro) mantenedor, a fin de que seamos invocados y recordados”. (Popol Vuh, Códice Matritense).

Es hora de trabajar juntos como región y convertir esta nueva crisis de la COVID-19 en una oportunidad, el acordar sobre los nuevos rasgos del hombre que iremos formando, y en donde los pueblos indígenas de la región sean actores y protagonistas del desarrollo integral de nuestros países.

Las Naciones Unidas indican que 476 millones de personas en el mundo son indígenas, ocupando 90 países de este3 e igualmente menciona 65 países con población indígena, dentro de los cuales se encuentran Costa Rica, Guatemala, Nicaragua y Panamá. Señala que hay esfuerzos locales para planes de Desarrollo Indígena, como Costa Rica, en particular, “el proyecto de Ley sobre Desarrollo Autónomo de los Pueblos Indígenas, no se ha discutido en el Congreso a pesar de haberse presentado hace dos décadas, debido a una fuerte resistencia de carácter racista y oposición del sector privado”.

La información de las antiguas naciones de los pueblos nativos de América Central ahora ˈclasificados por paísesˈ es inexacta, aun así para entender el panorama4, comparto este escenario: Mopán, Maya, Mam, K’iche (Belize), Kaqchikel, Ixil, Itzá, Achi, Garifuna, Xinca, Uspanteco Tz’utujil, Tektiteko, Poqoman, Pocomchí’, Quemchi’, Sacapulteco (Guatemala); Lenca, Pipil, Cacaopera (El Salvador – Honduras); Ngöbe-Bugle, Bribri, Boruca (Costa Rica); Miskito, Sumo, Garífuna, Rama (Honduras); Pech (Nicaragua); Emberá-Wounaan, Kuna de Madungandí, Kuna de Wargandí, Kuna Yala, Cabécar, Naso – Teribe, Térraba (Panamá);Garífuna, Isleño, Tolupán (Honduras)5.

Con relación a las situaciones de la población indígena se detectan problemas similares en la región. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha reiterado su preocupación por los pueblos indígenas involucrados en el trabajo de defensa, que continúan expuestos al alto grado de violencia que existe en Nicaragua en la actualidad6.

En Guatemala, el país todavía carece de una base documental sólida que indique con precisión la cantidad de población indígena, especialmente de mujeres, pero es notoria la desigualdad entre la población indígena y no indígena en términos de empleo, ingresos, salud y educación7.

Estoy convencido que la COVID-19 no es un problema de salud, sino un problema social, de falta de controles en la administración pública, del histórico despilfarro de fondos, falta de institucionalidad, educación y otros, que ha desnudado los verdaderos causantes de los problemas y que, a razón de esto, afecta por supuesto la salud pública y la vida humana. Es decir, si se cumpliesen las leyes, se administra la cosa pública con liderazgo, se fortaleciera la democracia, las políticas públicas se dirigieran hacia y por las personas, con un sistema institucional, el impacto de la COVID-19 sería menor.

¿Y quiénes son los más afectados de estas fallas? Por supuesto son aquellos que tienen menos acceso a los servicios públicos, que no disfrutan ni del crecimiento económico y por ende del desarrollo. Así la situación, las personas viven menos, no llegan a mayores niveles de educación, con un acceso mediocre a los sistemas de salud.

Los pueblos indígenas poseen indudablemente la capacidad de aportar al desarrollo de los países, de la región, y del mundo, y para esto requerimos programas, planes, consensos y políticas públicas sostenibles.

Estos consensos y políticas públicas pueden ser concretados de distintas formas. Se me ocurre que pudiese establecerse un Consejo entre las autoridades de cada país centroamericano encargadas de establecer las políticas indigenistas, donde se reúnan periódicamente personal de altísimo nivel con el fin de conocer las problemáticas y debatir soluciones que lleven a crear oportunidades a los pueblos indígenas de la región, respetando sus tradiciones y cosmovisión.

También me parece prudente la creación de un parlamento regional indigena, que esté constituida por los legisladores o diputados indígenas de cada país, electos por sus respectivos pueblos. Por Constitución y ley, los indígenas panameños tienen garantizados no menos de cinco puestos en la Asamblea Nacional. Este sería una plataforma predilecta para que los pueblos indígenas de la región se unan y luchen de forma unísona por el respeto a la dignidad de sus pueblos.

Si no se establecen consensos que a la vez produzcan políticas públicas y planes para el desarrollo de los pueblos indígenas, resultará en una Centroamérica debilitada, incapaz de dialogar, en igualdad de condiciones, con otros grupos o regiones.

Por el contrario, si activamos su potencial humano, les tratamos con dignidad y ponemos en marcha su capacidad de autorrealizarse, tendremos una región con mayores índices de desarrollo humano, crecimiento de las economías, fortalecimiento de las democracias, y, sobre todo, comprendiendo que juntos somos más fuertes, pero unidos cumplimos mejor los objetivos.

Por lo tanto, un desarrollo indígena regional no solo es una retórica, es un plan de todos, para todos, y por todos, que hará a nuestros pueblos más unidos y felices, asegurándoles un futuro de bienestar para las próximas generaciones.

Referencias:

Organización de las Nacional Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “Fao en Panamá, en el sitio: http://www.fao.org/panama/fao-en-panama/es/

Proyecto PNUD-MINGOB, “Apoyo al Programa de Reformas del MINGOB”, en el sitio web: www.pa.undp.org

“Necesitamos a los indígenas para conseguir un mundo mejor”, recuperado de NACIONES UNIDAS, el 18 de noviembre de 2020, del sitio: www.un.org

Mundo Indígena, recuperado de la ONG IWGIA, el 19 de noviembre del sitio https://www.iwgia.org/es/ recursos/mundo-indigena.html

“Grupos étnicos de Centroamérica y sus características”, recuperado de ASTELUS, el 18 de noviembre de 2020 del sitio: https://astelus.com/comunidades-indigenas-america-central/

“Pueblos indígenas en Nicaragua. Recuperado de la ONG IWGIA, el 19 de noviembre de 2020 del sitio: https:// iwgia.org/es/nicaragua.html

“Pueblos indígenas en Guatemala”. Recuperado de la ONG IWGIA, el 19 de noviembre de 2019 del sitio: https:// www.iwgia.org/es/guatemala.html

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