Sumando voluntades: cambio social desde una Centroamérica voluntaria

01/08/2022
Paola Hernández
Hondureña. Promotora del bien común, gestora de proyectos sociales, luchadora de políticas públicas justas e inclusivas. Secretaria General de la Red Humanista por Latinoamérica.

El desarrollo de acciones sociales es un estilo de vida, una carrera que se construye desde la primera vez que te involucras, ese primer sí a la solidaridad que se afianza cada vez que participas en procesos de formación y acciones de campo como voluntario. Solo necesitamos imaginación, creatividad, compromiso y deseos de servir para hacer voluntariado. Comenzando con una sola acción se puede cambiar el día (y la vida) a otras personas. La acción social te enseña, te forma, te sensibiliza y te define frente a las personas que te rodean.

El hecho que surja de una voluntad, generalmente de manera espontánea o en respuesta a una situación de emergencia, no quiere decir que deba de considerarse de manera equivocada como un simple “hobby”, este concepto de lo que es el voluntariado debe de cambiar si buscamos incrementar la participación juvenil, ya que objetivamente es un proceso estructurado, que requiere de compromiso, constancia, inteligencia emocional y ética. Que una persona joven sea consciente de las situaciones de necesidad de otras personas y hasta de ellos mismos, permite conectar uno de los grandes objetivos que los voluntarios humanistas, la búsqueda del bien común.

Según el Informe sobre el estado del voluntariado en el mundo (2018), la fuerza de trabajo voluntario global equivale a la de 109 millones de trabajadores a tiempo completo. Si el trabajo de los voluntarios en Latinoamérica y el Caribe se combinara, representaría un estimado de 13.3 millones de voluntarios en la región. La mayoría del trabajo voluntario se lleva a cabo de manera informal (67.5%) donde las mujeres representan el 69% del total y el 73% del voluntariado informal.

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Existe una larga historia de compromiso cívico y voluntariado, incluyendo movimientos campesinos, sindicatos y organizaciones de mujeres en muchos países; sin embargo, no son reconocidos a pesar de su comprobado impacto en la dinámica social. No se le ha considerado como una actividad permanente y sostenida, no existe una cultura de promoción a vincularse ya que no se considera atractiva y compatible con la empleabilidad, que es una de las principales necesidades para nosotros los jóvenes en la región.

Como voluntaria, creo plenamente que el camino para un cambio nacional es desde lo local. Cada ciudadano tiene una importancia y un papel único para su país, todo comienza cuando decidimos participar, salir de nuestra zona de confort y sin importar el lugar, el área o la orientación que le asignemos a nuestra acción social, simplemente actuemos. El papel del tercer sector es hoy en día más importante, porque nos posibilita integrar equipos interdisciplinarios, multiétnicos e inclusivos, ponernos en sus zapatos nos permite identificar necesidades desde la empatía y trabajar en ideas innovadoras para resolver problemas sociales involucrando a los afectados, de esta manera tener proyecciones que nos permitan proyectos cada vez más perfectibles.

Después de cerca de 20 años como voluntaria en diferentes organizaciones, y de pasar los últimos 10 años dirigiendo proyectos vinculados al voluntariado, estoy convencida de que todas y cada una de las acciones que emprendamos en labor social, marcan la vida, son únicas y generan un valor agregado a nivel personal que lo convierte en un mejor profesional. El voluntariado ha cambiado mi vida, me ha hecho más fuerte ante la adversidad al ver la necesidad en otros, me ha hecho más madura al comprender mis acciones puede marcar la diferencia y me ha impulsado a seguir trabajando por mis sueños.

La Agenda 2030 reconoce explícitamente que el voluntariado puede apoyar un enfoque de desarrollo que permita la apropiación a nivel local. Los voluntarios también desempeñan un papel importante en la construcción de comunidades resilientes, por ello es necesario que las instancias de seguimiento al cumplimiento de los ODS y los gobiernos centrales se ocupen de propiciar las herramientas y soporte legal para ejercer el voluntariado responsable, transparente y efectivo.

A nivel regional, encontramos que El Salvador (2011), Honduras (2011), Nicaragua (2005), Panamá (2014) y República Dominicana (2013) cuentan con una ley marco que regula y promueve la participación por medio del voluntariado, en Guatemala y Costa Rica se encuentran en la fase de iniciativas de ley, mientras Belize no cuenta con procesos de implementación de regulaciones sobre el voluntariado. A pesar de estos esfuerzos, a nivel regional no encontramos acciones o programas que abran la puerta al voluntariado internacional como, por ejemplo, en Ecuador, cuya política migratoria incluye un visado especial para visitantes voluntarios lo cual puede convertirse en una enorme oportunidad de intercambio y profesionalización del voluntariado en la región si se replicara.

En Honduras, existe desde hace 10 años la Red Honduras voluntaria, una organización que nace de un proyecto piloto de Voluntarios Naciones Unidas, colectividad que surge espontáneamente desde la sociedad civil, junto a un grupo de voluntarios y voluntarias de 36 organizaciones, con el objetivo de darle la formalidad, la profesionalización de la acción social y vigilar el cumplimiento de los derechos y deberes de los voluntarios en el país. Esta red acompañó la formulación del proyecto de la Ley de voluntariado nacional que está actualmente vigente.

En mi labor desde la subdirección de la Red Honduras Voluntaria, junto al comité ejecutivo y las organizaciones miembro, coincidimos en que el país requiere asumir la responsabilidad de poner en marcha los órganos de regulación y ejecución que contempla la ley de voluntariado nacional, y que no están activos, por medio del Consejo Nacional de Voluntariado (CONAVOL), ya que es este el encargado de regular, promover y dirigir las organizaciones vinculadas al voluntariado para una mejor y coordinada ejecución del voluntariado. La influencia social debe ir acompañada del soporte legal

El trabajo que nosotros los voluntarios y líderes sociales desarrollamos, debe encaminarse a un constante proceso de actualización y formación profesional en cada uno de nuestros países, para después convertirse en una red de intercambio de voluntarios a nivel regional, que pueda potenciar y buscar la sostenibilidad de las organizaciones de voluntariado y sus programas que se implementa en las comunidades más vulnerables y desiguales. Por eso no olvidemos que la colectividad y el trabajo en equipo son pilares para forjar el éxito para nuestra región.

La razón por la que he asumido el compromiso de especializarme en la gestión del voluntariado es para acompañar iniciativas, desarrollar propuestas e identificar procesos para la canalización del voluntariado espontáneo, a uno donde se participe de manera regular y permanente a través de organizaciones civiles. En general toda organización puede apostar al voluntariado, pero tiene que estar dispuesta a invertir en el desarrollo de su propio programa de voluntariado, establecido en un reglamento interno como lo especifica nuestra regulación nacional.

Desde PASOS por Honduras, desarrollamos la campaña Sumando Voluntades, que busca el intercambio de experiencias entre equipos multidisciplinarios, quienes no solo se unen para un aporte económico, sino también de conocimiento técnico, voluntarios profesionales y espontáneos donde el objetivo es la maximización de recursos y la búsqueda del bien común. Entre los programas que estamos implementando en Honduras figura el de voluntariado inclusivo, este consiste en la promoción y enseñanza de la lengua de señas hondureño y la sensibilización sobre la participación ciudadana igualitaria.

El voluntariado nos transforma a todos, a nivel personal nos ayuda a desarrollar y potenciar habilidades humanas; como sociedad nos lleva a formar redes, innovar y generar cohesión social, mientras que a nivel global nos permite coordinarnos en el abordaje de los ODS. Desde las organizaciones debemos aprender a reclutar, motivar y retener voluntarios, integrar este servicio a su vida cotidiana y al sentido de corresponsabilidad que se manifiesta en el desarrollo de nuestros programas. Los jóvenes pueden adquirir experiencias y emprender sus propios proyectos voluntarios en las comunidades más necesitadas, así como facilitar su participación en espacios que contribuyan al desarrollo sostenible del país.

El voluntariado también puede ser un medio para ayudar a abordar la discriminación de género (ODS 5) que es una causa fundamental de las desigualdades y entorpece el progreso hacia todos los ODS. Las brechas de género persisten en la región, principalmente debido a los patrones culturales violentos y patriarcales, y a una organización injusta de las tareas de cuidado, donde las mujeres realizan la mayor parte del trabajo doméstico no remunerado.

En medio de este año de desafíos por la pandemia y los desastres naturales que nos azotan en la región, notoriamente la ayuda de los voluntarios, que surge de manera espontánea, es un gesto destacable; sin embargo, para que toda esa energía se transforme en un aporte real a la comunidad afectada y contribuya a la recuperación, debe ser profesionalmente gestionada y conducida. A pesar de ser una región vulnerable ante fenómenos y desastres naturales, en general, aún no contamos con la preparación de los voluntarios para que sepan actuar durante eventualidades.

Este momento es oportuno para identificar oportunidades de mejora sobre la capacidad de respuesta y de integración a los procesos de prevención que lidera el Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres en América Central y República Dominicana (CEPREDENAC) a nivel regional, el órgano del SICA encargado de esta noble y ardua labor de asistencia humanitaria, donde los voluntarios estamos llamados a prepararnos para articular esa fuerza y capacidad humana de ser solidarios, dando las herramientas para profesionalizar el voluntariado.

El voluntariado es una de las mejores formas de impulsar la participación de los jóvenes como actores estratégicos en el desarrollo nacional. La promoción y la regulación del voluntariado debe ser un tema de interés regional, donde gobierno, sociedad civil y cooperantes puedan unir esfuerzos y sumar voluntades en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.

Una Centroamérica voluntaria es el compromiso de abrir las puertas a la participación de todos y todas, propiciando relaciones de intercambio entre líderes juveniles de la región, ese equipo donde se comparte una visión apasionada de principios, virtudes e ideas que contribuyen al desarrollo sostenible. De esta manera esperamos que dentro de las instancias de SICA, surja pronto una comisión regional exclusivamente al frente de este tema, donde los voluntarios encontremos, orientación y acompañamiento para que se respete los deberes y derechos de los voluntarios de nuestra región.

¿Pero qué va a decir la gente? Va a decir que soy feliz, ¡Soy voluntaria!

Referencias:

La Prensa. (30 de enero de 2020). El 48.3% de los hondureños viven en pobreza, según estudio. La Prensa. https://www.laprensa.hn/honduras/1352993-410/-hondure%C3%B1os-viven-pobreza-hogares-pobres-

Organización de Naciones Unidas. (2019). Reporte de síntesis Plan de Acción para la Integración del Voluntariado en la Agenda 2030 en América Latina y El Caribe. https://www.unv.org/sites/default/files/print_pdf/ECLA.%20ESP_0.pdf

Zenit. (2002). Mensaje de Juan Pablo II a los voluntarios. Zenit. https:// es.zenit.org/2002/02/21/mensaje-de-juan-pablo-ii-a-los-voluntarios/

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