Necesitas valentía para construir el futuro de tus sueños

01/08/2022
Luis Felipe Escalante Ruiz
Salvadoreño Empresario, Creativo y Gestor Cultural.

Veamos el pasado político para comprender el presente en El Salvador. Durante treinta años se alzaron himnos de dos bandos contrarios en eterna pugna. Cada uno con su base de fieles seguidores en defensa de su verdad, dogma o ideología. Entre personalidades distinguidas nunca faltó el caudillo carismático de gran arraigo popular y el no tan simpático, pero aclamado por su identificación con los intereses populares y símbolo de una clase social cansada de la injusticia.

Tanto gobiernos de derecha como de izquierda pasaron a manejar el Estado a conveniencia durante treinta años, dejando como consecuencia de su vendaval el inconformismo social, la pobreza, la violencia, la falta de educación, la división ciudadana por el fanatismo y, en ambos bandos, los políticos dejan de ser amables, para convertirse en prepotentes empresarios acaudalados, nuevos millonarios manejando camionetas blindadas y polarizadas, si es que no van presos por corrupción.

Treinta años de cinismo político y desilusión ciudadana dejan un vacío en la población que siempre da lugar a una nueva esperanza. No me mal entiendan, soñar está bien, el problema es hacer una y otra vez lo mismo esperando resultados distintos. Los niveles de popularidad de los políticos en El Salvador son exagerados, pareciera que en su iconografía se concentran los anhelos de un pueblo que encuentra en discursos y en promesas de lo que nunca ha tenido y, aunque en manos del político estuviera, jamás tendrá.

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Parece ser una fórmula ganadora de adeptos que trasciende generaciones, una especie de ilusión que invade las mentes de los más vulnerables. ¿Es acaso la juventud sinónimo de vulnerabilidad? Es una pregunta que me hacía a los dieciocho años de edad saliendo de mi primer empleo formal. Cómo olvidar esos días de los odiados, pero necesarios call centers. Una de las industrias que más mentes jóvenes seduce en Latinoamérica, con salarios que muchas veces superan los de cualquier profesional en la región. En ese momento, recién graduado del colegio, no podía pedir más. En poco tiempo noté que los call centers no eran una opción temporal como lo eran para mí, mientras decidía el rumbo que tomaría mi vida, comencé a notar cómo jóvenes, adultos y hasta adultos mayores se incorporaban a las nuevas olas de agentes que ingresaban al teletrabajo de ventas y atención al cliente.

Seis meses fueron suficientes para comprender que la gran parte de “callcenteros” no tenía alternativa. Con el paso de los meses y algunas relaciones formadas salían a la luz las carencias de un sistema incapaz de abastecer el mercado laboral de muchos de los profesionales que conocí en ese lugar, entre ellos ingenieros, comunicadores, administradores, periodistas, marketeros y un gran número de artistas. Entre ellos músicos, pintores, fotógrafos, escritores y algunos actores. ¿Qué tenían en común con los profesionales aparte del dominio del inglés? No habían encontrado un lugar donde se valorase su trabajo. Y por valorar me refiero a trabajo bien remunerado. Si existía un ambiente en donde la moral, el orgullo y el amor a la patria se encontraban derrotados, lo había encontrado. Cada día que pasaba parecía ser la extensión del anterior, una línea interminable de conversaciones y muy pocas emociones. La intención era clara, a mis dieciocho años había sentido en carne propia un latigazo del sistema y, por supuesto, una clara consecuencia de las acciones políticas, económicas, sociales y culturales de esa década.

Ser joven sí es ser vulnerable, somos nuevos en todo esto. Ser joven es tener la sensibilidad para percibir los errores que se han cometido en el pasado y tener el coraje de denunciarlos. Ser joven es aprender las mañas o erradicarlas de raíz. Ser joven es percatarse de lo nocivo, normalizado por la costumbre, y visibilizarlo para generar cambios. Ser joven es soñar con alternativas y compartir el mensaje de que una realidad favorable es posible. Ser joven es tocar puertas para abrirse un camino. También ser joven es ser iluso e inocente, fácil de atrapar en las garras de las modas, las tendencias y ahora del entretenimiento digital. Somos fáciles de distraer y engañar. El 35% de la población en Centroamérica es menor a treinta y cinco años de edad, 17.5 millones de jóvenes somos clave para el desarrollo y la construcción del futuro. ¿Cómo lo hacemos? ¿Cuál es el futuro que queremos? ¿Qué hiciste hoy para acercarte a ese futuro con el que soñás? Pienso que todos tenemos una idea de cuál no es el camino; sin embargo, por razones histórico-culturales muy claras, no corregimos el rumbo.

Esto ha pasado:

  1. Se ha sustituido la libertad por la imposición. El tiempo es dinero, una persona que busca empleo para tener qué comer no podrá visibilizar un abuso. Al igual que un empleado explotado en la flor de su plusvalía vive con el temor de perder su trabajo por el que hacen fila otros cien perfiles o más que pueden sustituirlo.
  2. El miedo domina: a la crítica, al que dirán, a la burla, a la exclusión, a salir a la calle, a la extorsión, a la violencia, al virus y a las leyes y su imposición.
  3. Las creencias y el fanatismo manipulan el accionar de las mayorías coartando la libre expresión y la divulgación de la razón y el debate.
  4. El infinito universo de contenido digital controla la vida de los jóvenes. La industria del entretenimiento digital, música, cine, videojuegos y el marketing político en redes sociales han conseguido hipnotizar a la gran mayoría. Comentar, compartir y dar like son ahora las muestras de apoyo a diversas causas. Simulando cambiar la realidad desde su sala con un tweet y resto de herramientas del activismo digital… la pregunta es: ¿Tenés la disposición, tenés la valentía y la lucidez como para romper el ciclo?

¿Ves el ciclo? Espero que lo logrés. Los cambios dependen de ello, debido a que las figuras de liderazgo actuales parecen no haber aprendido de sus antecesores, plasmando con caras nuevas un horizonte conflictivo a su paso y reproduciendo la misma lógica de hace treinta años.

Todo comienza con una idea. Había terminado mi fase de “callcentero”, y contra todo pronóstico mi nueva búsqueda se encontraba en la carrera universitaria más popular entre mis ex coworkers: Comunicación Social. Inspirado por algunas revistas de arte y cultura norteamericanas soñaba con trabajar en un medio de comunicación. Tardé muy poco tiempo en comprender los hilos que movían cada una de las agendas de contenido que difundían los principales canales, periódicos, radios y revistas locales. Todo era muerte, violencia, corrupción y negatividad inyectando miedo a nuestra sociedad, desde hace más de treinta años, con formatos obsoletos y líneas editoriales sin espacio para la libertad creativa. No estaba dispuesto a servir a intereses de medios de renombre, maquinarias propagandísticas danzando al ritmo del mejor postor.

Sí, muchos de los hilos los movían los políticos de los que hablé al inicio. Era el momento de hacer algo nuevo, algo diferente, seguir mi sueño. Siempre lo he pensado: “no encontrar un lugar es la mejor motivación para crearlo”. Este lugar que tanto imaginaba era un espacio de creación y de libre circulación de ideas.

En contraste con las historias oscuras que se difundían a diario en los medios tradicionales, quería contar historias de las que nadie hablaba y que también estaban ahí afuera. Historias de éxito, mensajes de amor, compasión y lucha, ideas creativas. Pero no quería ser yo quien las contara, el objetivo era crear un medio de comunicación colaborativo con visión positiva. “Todos tenemos una historia que contar”, pero no se escuchan entre tanto miedo y negatividad, eso debía cambiar.

Así nace Sivar Media Magazine, un proyecto que comienza en el 2014 con el objetivo de crear un medio digital positivo con influencia masiva. En ese momento convencido de no encajar en ninguno de los medios existentes, acaeció la travesía de crear una revista influenciada por visionarios y creativos de la talla de Hunter S. Thompson, por la profundidad y sensibilidad en cada uno de sus textos, y Hugh Hefner, por la fascinante presentación de contenidos visuales que, atrapando las miradas de toda una generación, creó una nueva ola de lectores y creativos en la escena norteamericana de los años 70. En el 2014 se trazó la ruta para crear no solo un medio, sino un movimiento sociocultural que marcara un antes y un después en la visión del arte de El Salvador y Centroamérica.

Todo comenzó con la motivación, un Alcatel, una Go Pro Hero 2 y las redes sociales. Para crear un medio debía generar contenido diferente. Con mi experiencia en fotoperiodismo y redacción, comencé a contar las historias más emotivas que iba encontrando en la ciudad. Sivar Media comenzó a darle voz a miles de personas con historias sorprendentes, historias de amor, superación, ánimo y la comedia que tanto caracteriza a la salvadoreñidad.

Poco a poco la comunidad fue creciendo y diversificándose. Al cabo de dos meses, había logrado una audiencia muy comprometida e interesada en el contenido, pero era muy débil todavía para llamarse un medio de comunicación. Yo sabía que para lograr abarcar más historias y más territorio era necesario contar con otros creadores. Las redes sociales son el campo ideal para hacer conexiones valiosas con personas que piensan similar. Era como si un movimiento hubiese comenzado, todos los días nuevos perfiles se sumaban para compartir sus perspectivas desde diferentes lugares del país. En poco tiempo conecté con jóvenes talentosos que comprendían el movimiento y la visión del proyecto, poco a poco fueron emergiendo nuevos rostros que generaban mucho más y mejor contenido que yo. Así se consolida la modalidad de Sivar Media Magazine, una revista digital colaborativa con creaciones de corte cultural y artístico a nivel nacional con más de cien mil colaboraciones recibidas a lo largo de seis años.

La visión del medio es clara y la juventud creativa y proactiva la comprende. El creativo se cuestiona, analiza y expresa sus emociones a través del arte. En la región, sin duda, somos millones, este es el momento de conectar y organizarnos. Nunca en la historia de la humanidad había sido posible organizarse de una manera tan eficiente y remota entre miles de personas. Es la mundialización zumbando al interior de la cultura posmoderna. Muy conveniente si se busca enseñar, también si se busca engañar o manipular. ¿17.5 millones de jóvenes en Centroamérica quieren qué cosa? Claro está que no es trabajar en un call center por el resto de sus días o migrar dejando atrás a sus familias y amigos, es evidente que hay que mejorar la economía. No se puede hablar de millones de jóvenes como si fueran tomates. Sin duda unos están más maduros que otros, pero lo relevante aquí no es su aspecto, existe una multiculturalidad y creatividad enormes en la región, lo sabemos. Lo importante es lo que estos jóvenes están produciendo y consumiendo a diario en sus vidas y reproduciendo en sus móviles y en sus corazones.

¿División o educación? ¿Publicidad engañosa o conciencia medioambiental?

¿Fanatismo e idolatría hacia políticos y artistas o formación básica sobre leyes y derechos humanos? Las juventudes parecen estar más atentas de lo que come Bad Bunny que de la escasez de comida en las comunidades más pobres de Centroamérica. No me mal entiendan, tampoco soy un odioso conservador radical buscando la censura y el control de los medios, pero seamos honestos, la atención es dinero y ya está en la balanza. Un ejemplo suele aclararlo todo: en los últimos diez segundos, mientras leía estas letras, más de un millón de dólares se han gastado en la industria militar armamentística mundial y al final del día serán un poco menos de cuatro billones de dólares en armamento, tanques y misiles. Por otro lado, en los próximos diez segundos se liberarán aproximadamente cuatro toneladas de químicos tóxicos en el medioambiente (Worldmeter, 2020).

Respirá hondo, aquí las preguntas del millón. ¿Qué es más fuerte: la ignorancia o la razón? ¿Quién vencerá el capitalismo voraz o la sensibilidad?

¿Cuál es el costo de virar el timón y cambiar el rumbo? ¿Quién lo pagará y por qué razón?

Aparte de trabajar en medios también fui parte de la agencia de publicidad número uno en El Salvador durante el 2018. Y te diré lo esencial, las cosas no han cambiado mucho en treinta años, pero podemos hacer que cambien en los próximos diez. Hablo de Centroamérica unida, 17.5 millones de jóvenes bajo una misma frecuencia o al menos un sueño en común. Unir proyectos especialmente emprendimientos sociales y entre todos responder con más fuerza, con mejores ideas, mejor imagen y sobre todo, con más recursos económicos ante los poderes corruptores y destructores del sistema. Crear nuevos símbolos y generar nuevos discursos de armonía, energía y progreso. Entrar al juego es dinero. El costo de impactar con pauta publicitaria digital a 17.5 millones de jóvenes en Centroamérica ronda los treinta y cinco mil dólares. Las grandes industrias de bebidas alcohólicas, entretenimiento y los Gobiernos de turno en El Salvador destinan alrededor de tres millones de dólares anuales en publicidad (Instituto de Acceso a la Información Pública, 2018). Nuestro mensaje debe ser claro, día con día, mes a mes, año con año.

La mirada y la esperanza deberán dejar de estar puestas en gobernantes de turno, pues ha sido un círculo vicioso, para dar paso a iniciativas ciudadanas enfocadas en temas de concientización, educación, emprendimiento, ecología, derechos humanos, salud mental, cultura, ciencia, filosofía, historia. Una población culta y educada no hará lo mismo esperando resultados distintos, en treinta años los niños de hoy serán quienes gocen de un criterio más amplio y mejores decisiones para la sociedad. Solo en este libro se reúnen grandes ideas y jóvenes visionarios a nivel regional. ¿Cuántos de estos proyectos trascenderán?

¿O nos volveremos viejos y cansados entre las páginas de un libro olvidado en un armario polvoso? Eso sí, con la breve satisfacción de haber sido leídos. Espero que no.

Poder, educación y cultura para la ciudadanía joven es el camino. La propaganda y los medios a disposición de la salud, la educación y las propuestas independientes innovadoras. ¿Cuál es tu parte? Te podrás estar preguntando. Soñar, soñar en grande y conectar con más personas como vos. Y es aquí donde se debe comprender que los cambios no están en manos de una sola persona o Gobierno, todo cambio fue una pequeña idea en su origen. Algunas se convierten en grandes ideas, otras son inalcanzables y nunca faltan las no financiables. Dicen que soñar es gratis, pero poco hablan sobre el coraje necesario para hacer los sueños realidad. La dirección que lleva el mundo es clara, cambiarla es de hombres y mujeres valientes, unos dispuestos a soñar en grande, otros dispuestos a apalancar y a respaldar grandes sueños. Quiero pensar que somos muchos los que ya comenzamos.

Referencias:

Presidencia de la República. (2018). Publicidad 2009-2014. Portal Transparencia. Disponible en: https://www.transparencia.gob.sv/institutions/ capres/documents/136862/download

Worldometer. (2020). Goverment & Economics. Disponible en: https://www. worldometers.info/

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