Lo que no se nombra y no se ve, no existe

01/08/2022
Nicole Mesén Sojo
Costarricense. Activista de Derechos Humanos y Ambientales, Política y Conferencista.

“Nicole, haga valer sus derechos porque nadie lo va a hacer por usted”. Estas fueron las palabras de mi madre, cuando tan solo tenía 7 años de edad y por razones de mi discapacidad física, no me querían aceptar en un centro educativo. En ese momento no entendía el porqué me lo decía, pero atesoré sus palabras en mi corazón y la vi defender mi derecho a la educación utilizando la vía de la institucionalidad, sin saber que ese sería el día en que ella me había plantado la semilla del activismo que años después iba a florecer.

Años después, recién cumplidos los 18 años, para ser exacta, y luego de vivir diferentes violaciones a mis derechos por causa de la discriminación por mi condición de discapacidad y entendiendo que yo no era la única persona con discapacidad en Costa Rica que vivía ese tipo de situaciones y recordando aquellas palabras de mi madre, fue que decidí convertirme en Activista de Derechos Humanos, con el único fin de levantar la voz por quienes no pueden hacerlo. Fue así como emprendí la lucha del activismo usando como plataforma de denuncia las redes sociales.

Un año después de emprender el activismo, se me presentó la oportunidad de formar parte de la política. En ese momento lo vi como una oportunidad de poder promover una mayor participación social de las personas con discapacidad en el ámbito político.

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Como mi agenda en el activismo siempre había sido sobre los Derechos Humanos, decidí mantener la misma agenda en la política y además de promover desde ese ámbito los derechos de las personas con discapacidad, empecé también a trabajar el tema de juventudes.

A los 22 años, se me presenta la oportunidad de una candidatura como Regidora Suplente en el Gobierno Local del cantón de Goicoechea, candidatura que dio como resultado que me convirtiera en la primera persona con discapacidad de Goicoechea en ser Regidora y estar en un espacio de toma de decisiones. Una vez electa decidí llevar mi agenda de Derechos Humanos al espacio de toma de decisiones, ligando así el activismo con la política, demostrando así que ambos están entrelazados, porque sin activismo, no hay política y sin política, no hay activismo.

En ese entonces yo no dimensionaba lo que significaba esa elección popular como Regidora, hasta que ya ocupé la curul y comprendí que, si no existe representatividad en los espacios de toma de decisiones, difícilmente se va a tener en el imaginario a la diversidad de personas y sus necesidades, en la construcción de políticas públicas y la ejecución de diversas acciones. Lo que no se nombra y no se ve, no existe, y fue ahí donde con más razón comprendí la importancia de nombrar y visibilizar desde el espacio de toma de decisiones a un sector de la población históricamente vulnerabilizado, como lo es la población con discapacidad.

Tanta es la importancia de que las personas con discapacidad se involucren en estos espacios, que en tan solo los primeros dos años se logró concretar en Goicoechea; una política cantonal de accesibilidad y se generó una actividad llamada: “reto en silla de ruedas”, donde diferentes autoridades del Gobierno Local y de juventudes, se movilizaron por las aceras en una silla de ruedas, para vivir en carne propia por un día, la realidad que vivimos todos los días las personas con discapacidad.

Todo esto me llevó en el año 2018 a convertirme en la primera mujer Presidenta Nacional de Juventudes en Costa Rica y visibilizar y articular las necesidades y acciones en favor del bienestar de las juventudes.

El visibilizar la realidad de las personas con discapacidad desde la vivencia propia en los diferentes espacios, incluso me llevó a que esa voz sobrepasara fronteras.

Para una persona con discapacidad pasar por el camino del activismo, la influencia y participación social y desde la vivencia de la interseccionalidad es sumamente difícil, porque es enfrentarse a diferentes retos, violencia, discriminación y exclusión, doble o triple, no solo por ser persona con discapacidad, sino por ser mujer y persona joven. Sin embargo, es algo que no me ha detenido, porque siempre tuve y tengo clara mi lucha. Por ello, he utilizado mi voz, la tecnología, la articulación, el diálogo y la empatía como herramientas para desde mi metro cuadrado cambiar la realidad de los sectores de la población que han sido excluidos, segregados y vulnerabilizados históricamente.

Mi caso, aún y con los retos puedo decir que soy una persona privilegiada, porque no solo tuve el apoyo de mi madre en mi desarrollo pleno como persona, sino que he podido levantar la voz e incidir en diferentes espacios y procesos, sin embargo, esta no es la realidad de muchas personas con discapacidad. En la región hay millones de personas con discapacidad que no solo se les ha vulnerado su derecho a levantar la voz, sino también a participar e incidir, generando así una brecha enorme de desigualdad, que refleja que es más lo pendiente que lo cumplido y que nos compromete a quienes tenemos el privilegio de levantar la voz, poner sobre la mesa esas realidades y vivencias, sin apropiarse de las mismas, sino por el contrario acompañar y hacer eco, dando ese respaldo y abriéndoles el camino para que puedan llegar, así como personas como yo lo hemos hecho.

El reto aún es enorme, la interseccionalidad en la región no se sigue tomando en cuenta a la hora de generar inclusión social o políticas públicas y acciones, marcando más el estereotipo de molde de persona que como sociedad hemos formado por años, dejando así por fuera a todas las demás personas que se “salen” de ese “molde”.

Pero aún en medio de tantos retos y estereotipos, existe una esperanza, las juventudes de la región. Nosotros y nosotras, a través de las diferentes luchas que hemos emprendido, estamos no solo rompiendo con los paradigmas y estereotipos, sino visibilizando que todas las personas somos diferentes, pero que tenemos los mismos derechos por solo el hecho de tener dignidad humana. Que desde cada metro cuadrado se puede transformar las diferentes realidades. Que la interseccionalidad y diversidad es esencial para un desarrollo y bienestar pleno. Que lo personal es político y que no hay ninguna silla vacía, así que debemos apropiarnos de los espacios. Que la articulación y el trabajo en colectivo no solo da diferentes perspectivas, sino que genera un mayor impacto en las acciones. Que definitivamente es más lo que nos une, que lo que nos divide. Y que, sobre todo, las juventudes somos el presente y que es a partir de ahí que es necesario que sigamos actuando, porque, así como me lo dijo mi mamá, si no lo hacemos nosotras y nosotros mismos, nadie lo va a hacer.

El liderazgo las juventudes lo tenemos, pero de nada nos sirve si no lo ponemos en práctica. No importa cuantos obstáculos tengamos, tenemos que estar en los espacios, debe de haber representatividad interseccional, deben generarse políticas públicas que contemplen todas las necesidades y tiene que haber inclusión social real y efectiva y eso solo lo lograremos si nos apropiamos de los espacios y acompañamos las luchas. Todo desde un enfoque de Derechos Humanos.

La visión regional debe ser direccionada a generar las condiciones y oportunidades para todas las personas, teniendo como eje transversal en todas las acciones; los Derechos Humanos y atendiendo las diferentes perspectivas, para así reducir las brechas de desigualdad que tanto nos ha dañado y segregado.

Solos y solas hacemos poco, pero en colectivo impactamos y transformamos y nos volvemos imparables. No será fácil, nadie dijo que lo fuera, pero la justicia y construcción social solo se alcanza levantando la voz e incidiendo.

Sin duda, tenemos grandes retos, pero no dudo en que el empoderamiento y rol que las juventudes tenemos, ha marcado y marcará una pauta en la transformación de la región que viene.

Dejemos de ser espectadores y espectadoras y convirtámonos en protagonistas. El desarrollo se logra aquí y ahora desde lo que decidamos y hagamos desde nuestro metro cuadrado, sin miedo, nombrando, visibilizando y transformando lo que nadie ha hecho, ni hace, ni hará.

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