Mi abuelo Concepción Méndez, conocido simplemente como “don Conce”, acostumbraba a contar muchas historias cuando yo era niño. El sol se ocultaba tras las montañas que rodean el valle del Aguan, en el departamento de Colón, Honduras, una hermosa planicie, pero con la superficie cubierta casi en su totalidad con el monocultivo de la palma africana, que consume los nutrientes que llevan las aguas del río Aguan, uno de los principales afluentes en el país. Las historias eran tan variadas, desde anécdotas pasadas hasta chistes, cuentos y leyendas muy propias de la tradición oral de nuestra región como las del “duende” y “la llorona”.
A través de ellas conocí parte de la historia de la familia y de la comunidad donde nací. Mi abuelo contaba que cuando llegó a la comunidad El Cinco, solo había 5 familias. Cuando nací, en 1990, aún se conservaba mucha tradición, prueba de esto es que mi nacimiento no fue en un hospital como ocurre en las ciudades, quien atendió el parto durante mi nacimiento fue la partera de la localidad, “doña Rita”, también fundadora de la comunidad.
Cuando escuchaba a los adultos relatar tanta historia, anhelaba algún día poder contar historias a las siguientes generaciones.
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Mi familia, como la mayoría en la región, vivía en condiciones de pobreza. Mi papá trabajaba como jornalero en las plantaciones de palma africana o cualquier trabajo que pudiera generar algún sustento económico diario para mi mamá y los tres niños, de los cuales yo era el del medio. Dicen que “nadie se muere de hambre”; sin embargo, recuerdo más de una ocasión durante mi niñez que no teníamos nada para comer. Recuerdo cuando estaba en la primaria, a mis 6 años, a falta de comida mi mamá calentó en la hornilla (fogón), una olla con agua donde echó sal y una hierba que crecía naturalmente en el patio de la casa, esa fue la comida del día para nuestra familia.
En 1998, mi papá y mamá, con mucho esfuerzo, estaban construyendo una casa, solo faltaba instalar el techo y los acabados, pero el huracán Mitch azotó al país y sin clemencia, derribó los esfuerzos de varios años. De esta manera, pasamos a formar parte de las cifras de damnificados por este fenómeno natural. Esto nos obligó a mudarnos y vivir de lugar en lugar, buscando aquellos en donde hubiera una fuente de empleo. Tal fue la situación que los 6 años de educación primaria los cursé en 9 escuelas diferentes. Tantas fueron las mudanzas que apenas recuerdo dos nombres de amigos en mi niñez y durante los años de colegio fue igual.
La separación de mis padres solo intensificó las mudanzas, recuerdo una ocasión en que solo papá y los tres hermanos vivíamos en un pueblo del occidente del país, estábamos en situación grave de desnutrición y cerca de morir por inanición. El único alimento fijo que teníamos era la malanga, un tubérculo que nacía en el patio de la casa en un área que siempre permanecía húmeda, hervíamos este tubérculo en una hoya con agua y sal, era nuestro alimento antes de ir a la escuela y hacer todos los quehaceres de la casa.
Un día me fui para la escuela sin desayunar, tenía 9 años de edad, estudiaba en el tercer año de primaria, en la última clase llegó al aula el director de la institución y entregó una hoja de papel, sin rayas, a cada estudiante, dijo que cada quien hiciera un dibujo de la naturaleza porque habría un concurso; me emocioné mucho porque siempre me gustó dibujar y era mi clase favorita. Tomé el lápiz carbón y comencé a dibujar un río que bajaba de la montaña, atravesando la hoja de papel como una diagonal tambaleante, de fondo más montañas, a un lado del río árboles y diversidad de animales como un venado cola blanca que era la estrella de la obra, una tortuga, un cusuco (armadillo), peces dentro del río, mientras en el cielo parcialmente nublado predominaba un resplandeciente sol y frente a él se paseaba una banda de aves sobrevolando. Estaba tan emocionado que sonó la campana, mis compañeros salieron y seguí dibujando, el director nuevamente pasó por el aula y mandó a comprarme una caja de lápices de color, al percatarse que no tenía. Los minutos pasaron y terminé el dibujo en la oficina del director en su escritorio, cuando ya no pude con el hambre escribí mi nombre en una esquina de la hoja y corrí a la casa con mi caja de lápices de colores nuevos para ver si había algo de comer.
Dos semanas después me avisaron que había ganado un tercer lugar a nivel nacional, mi papá y yo viajamos a otra ciudad para participar en una ceremonia donde recibí un certificado y un cheque por 1,000 lempiras cerca de 41 dólares, eso era más de lo que mi papá ganaba chapeando en los cafetales al mes, esa fue la primera vez que gané dinero en mi vida.
Después de que papá se separó de mamá, de alguna forma llegué a vivir en el sector Chamelecón de San Pedro Sula, una de las ciudades más importantes en Honduras, donde se hizo de otra pareja. Por su parte, mi madre emigró a los Estados Unidos cuando yo tenía 14 años, con sus remesas al menos teníamos la comida y el estudio de secundaria asegurado, fue una etapa muy dura porque los tres hermanos vivíamos solos en la casa de un familiar lejos de papá y mamá.
En 2008 cumplí 18 años, era momento de pensar en mi futuro, el plan fue algo muy típico en la región, quería estudiar un oficio técnico (mecánica automotriz) para después emigrar a los Estados Unidos y hacer mi vida allá. Con el consentimiento de mamá y tras la búsqueda de buenos colegios en donde mis hermanos y yo pudiéramos estudiar, decidimos vivir con papá, en Chamelecón, un sector muy marcado por la violencia, con eventos como la masacre del bus en diciembre de 2004 donde fueron asesinadas 28 personas (BBC NEWS, 2004). Este es un sector donde las reglas que valen son las impuestas por las pandillas que constantemente se disputan el territorio. Aquí también la estigmatización juvenil es tan fuerte que la empresa privada no da empleo a jóvenes residentes del lugar, las instituciones estatales como la policía sienten la potestad de propinar golpizas al primer joven que encuentran en la calle solo por ser joven y vivir allí, así vive y sobrevive un joven en las periferias de San Pedro Sula.
Centroamérica y especialmente El Salvador, Honduras y Guatemala han presentado una crisis de violencia en todos sus tipos con un nivel muy elevado en homicidios, estas víctimas mortales en su mayoría son jóvenes de barrios populares en las principales ciudades.
Hasta ese momento las dificultades en mi vida habían sido diferentes, es muy chocante el contraste de la realidad rural con la realidad urbana en un barrio de Centroamérica, de cualquier manera, no pensaba quedarme más de dos años allí pues yo tenía mi plan, estudiar un oficio y luego emigrar. Recuerdo cuando fui con Rosa, mi madrastra, a matricularme, supe que en el Instituto Técnico Chamelecón no existía el curso de mecánica automotriz, así que opté por ingresar al curso de técnico en refrigeración, el plan seguía en vigencia.
Un día cualquiera, mientras estábamos en clase, se presentó alguien de la dirección del colegio pidiendo voluntarios para pintar un muro, como no tenía nada qué hacer ese día, me ofrecí. Cuando llegué al lugar me sorprendí porque realmente se trataba de pintar un mural y antes estaban dando un taller de dibujo, gracias a la asociación civil JHA-JA, no dudé en ocupar un asiento y prestar toda la atención posible, entre los participantes andaba un grupo grande de jóvenes de otro sector de la ciudad, ellos hacían piruetas, caminaban con las manos, giraban con las cabeza, al sonido de una música muy animada, a este baile ellos lo llamaban “break dance”, era algo que solo en la tele había visto y quedé tan fascinado que cuando regresé a la casa empecé a intentar algunas posturas que ellos hicieron, fue allí donde me enamore del hip-hop.
Las prácticas se fueron haciendo más recurrentes hasta que se convirtió en un hábito, al principio mi hermano menor, Juan Carlos, se reía de mí; pero no tardó en integrarse también a estas prácticas al igual que un vecino; luego, otro joven y otro más, de manera que en unos meses éramos cerca de 40 jóvenes y nos reuníamos a practicar en los pasillos de un colegio cercano, nos dimos a conocer en la comunidad a través de presentaciones en fiestas, y casi todo tipo de eventos como un grupo de bailarines que ocupaban su tiempo libre en algo sano, la mayoría de los vecinos tomaron como algo positivo nuestro grupo.
El breaking popularmente conocido como break dance, es uno de los principales elementos del hip-hop junto al grafiti, DJ y el Mc o RAP, estos y otros elementos forman parte de la cultura hip-hop que registra sus inicios a principios de los 70, en Estados Unidos con población afro y latina (Especial doodle de google por el 44 aniversario de la cultura Hiphop en 2017).
Una tarde calurosa de 2011 se escucharon algunos disparos, algo muy cotidiano en el sector, el día siguiente nos enteramos que los disparos del día anterior acabaron con la vida de “Bboy New”, un joven nuevo practicando con nosotros; entonces también supimos que éramos vigilados por las dos bandas que disputan el territorio; una pandilla pensaba que formábamos parte de sus enemigos y la otra pensaba que tratábamos de formar una nueva pandilla, en ese momento lloramos la pérdida de “Bboy New” y supimos que nuestras vidas también estaban en serio peligro teniendo solo dos opciones, desintegrar el grupo juvenil, por seguridad de todos, o seguir adelante con la agrupación y promover la paz en la comunidad; sentimos que no podíamos solo olvidar lo sucedido así que decidimos seguir adelante pero no solo como un grupo que pasaba el tiempo bailando, sino promoviendo la paz a través del hip-hop para evitar que más jóvenes fueran asesinados.
El camino no fue fácil, pocos estaban dispuestos apoyar a un grupo de jóvenes y nos dimos cuenta de que si queríamos hacer algo significativo debíamos capacitarnos y enseñar lo poco que sabíamos. Impartiendo talleres de baile descubrí que me gusta la pedagogía y decidí ingresar a la universidad dejando de lado los planes de emigrar a los Estados Unidos; sabía que sería difícil; como ejemplo puedo citar el hecho de viajar a la universidad con la esperanza de que alguien me prestara el dinero para regresar a casa. También fuimos engañados por políticos y organizaciones que usaron nuestros dones artísticos. Recuerdo de qué se trata de buscar oportunidades y darnos cuenta que simplemente no existía una sola, por eso, pusimos cada aliento en crear oportunidades con manos propias para que la siguiente generación tuviera al menos una pequeña oportunidad, un pequeño espacio de justicia, algo diferente que les hiciera sentirse importantes, así nació un sueño llamado Warriors Zulu Nation Honduras.
Nuestro grupo de baile se convirtió en un colectivo juvenil multidisciplinario, un espacio donde se acuerpan jóvenes músicos, raperos y raperas, bailarines y bailarinas, grafiteros, fotógrafos, diseñadores; pero luego se integraron jóvenes que no practicaban un arte, pero querían aportar al cambio. En 2016 se hizo oficial, éramos una ONG, finalmente teníamos las posibilidades de hacer cosas grandes y lo hicimos, viajamos a diferentes países, impartimos talleres en diferentes barrios de la ciudad, hicimos conversatorios, festivales artísticos y alcanzamos a cientos de jóvenes.
Gracias al hip-hop, conseguí mi mayor logro. En 2018 fui invitado por la embajada de los Estados Unidos en Honduras a una beca que consistía en viajar por ese país conociendo iniciativas de juventud y, al terminar la gira pude estar con mi madre a quien no veía desde hacía 14 años, darle las gracias frente a frente por todo su sacrificio es algo indescriptible, tengo el orgullo de decir que los mismos estadounidenses me llevaron a Estados Unidos y regresé con la frente en alto y con mil ideas para implementar en mi tierra.
Hoy en día trabajo en lo que amo, soy técnico de proyectos en Warriors Zulu Nation Honduras y puedo con toda firmeza decirle a los chicos y chicas que luchen por sus sueños, les aseguro que será difícil, que deben estudiar y levantarse cada día pensando que van hacer para cumplir ese sueño y deben tener un plan B, en mi caso soy técnico en refrigeración, el día que no genere ingresos de lo que me gusta tengo otra herramienta para subsistir, les digo también que busquen apoyo en otros jóvenes porque nadie va a comprender mejor lo que viven y juntos se puede lograr grandes cosas.
Sin embargo, este no es el final y tampoco es feliz, durante el transcurso del año 2020 fueron asesinados tres jóvenes artistas y amigos cercanos, lo cual me hace pensar que aún estamos muy lejos de alcanzar la paz, como también años anteriores la región ha perdido jóvenes talentos en Nicaragua, Guatemala y El Salvador, algunos de ellos como “Bboy Milo” de El Salvador influyeron para que mi grupo y yo emprendiéramos esta misión.
El hip-hop ha salvado mi vida varias veces, también fue la alternativa para promover el cambio, pero si hablamos de violencia no existe una receta mágica que elimine todos los males, porque los problemas en nuestra región no son únicamente las pandillas, estas solo son el síntoma y las causas son muy diversas de carácter estructural, político y cultural, un cambio no será rápido ni fácil.
Creo que las dificultades actuales nos fueron heredadas por las generaciones anteriores, pero, la región que viene es responsabilidad de nosotros la juventud actual, en nuestras manos está el futuro.
A pesar de las actuales crisis climáticas, pandemia de salud y de violencia, muchos jóvenes comienzan a activarse, si la juventud, siendo la población más afectada por la violencia, trabaja en prevención, aportando nuevas metodologías e influyendo positivamente en otros, estoy seguro que vamos a heredar un mejor panorama a las futuras generaciones, donde estos nuevos jóvenes van a tener oportunidades reales para alcanzar sus sueños y continuar con nuestra labor.
Por otra parte, pienso que, si la juventud en nuestra región no decide esforzarse, el futuro será muy oscuro con una incontenible ola de violencia, pobreza y corrupción que va a empeorar la miseria humana y las crisis sociales que se han manifestado en los últimos años, como la migración y el desplazamiento en masa o la diferencia de clases.
Mi vida ha dado muchas vueltas, ahora tengo muchas cicatrices, pero cada una relata una historia que puedo contar y consejos que puedo dar a las generaciones siguientes motivando al cambio, a crear sus propias oportunidades y unirse para lograr sus metas; es el sueño de un guerrero hip-hop en Centroamérica.
BBC NEWS. (24 de diciembre de 2004). news.bbc. Obtenido de news.bbc: http://news.bbc.co.uk/2/hi/americas/4124133.stm
Google. (11 de agosto de 2017). www.google.com. Obtenido de www. google.com: https://www.google.com/doodles/44th-anniversary-of-the-birth-of-hip-hop?hl=es-419